En el mundo ¿nos preguntamos cual posición tendrá el nuevo Dalai Lama ante el dilema de las células madre? ¿A un monje confuciano se le plantea los retos de la radical tecnificación de la economía moderna? ¿O a un clérigo musulmán se le llama a debatir sobre la crisis ecológica del planeta? En cambio, la posición de la Iglesia Católica en general y del Papa de turno en particular sobre los nuevos problemas a afrontar en el mundo, suele generar titánicas expectativas sobre cómo conciliará la tradición de la institución que representa ante los cambios en la historia del planeta.
Si la Iglesia trata proponer una solución a los problemas que vive el mundo, generalmente el grueso de los analistas evaluará dichas soluciones de forma negativa, queriendo que la tradición católica coincida con el pensamiento más contemporáneo de progreso que existe en el mundo. Esta férreo juicio contra la Iglesia Católica no la vemos en otras religiones ni derivaciones de la doctrina cristiana, debido posiblemente a que el cristianismo católico está profundamente ligado a la historia de la civilización occidental, la cual lleva a su vez el estandarte del progreso en el mundo. La síntesis entre el pensamiento filosófico y político de las culturas griegas y romanas con el cristianismo católico ha sido esencial para definir a Occidente, especialmente el espíritu de solidaridad comunitaria del cristianismo con la coexistencia de los seres humanos en las Polis dentro del pensamiento greco-romano, donde la intimidad del individuo con Dios se ha intentado conciliar con la responsabilidad del hombre en el reino material antes sus semejantes.
La Carta encíclica Laudato Si´ del Papa Francisco I es producto de esta particular coexistencia que tiene la Iglesia Católica de regular las relaciones entre el hombre y Dios por medio del culto y la teología, a su vez de establecer unos objetivos en la interacción entre los seres humanos en este mundo de acuerdo a los normas sociales actualmente vigentes. No es sólo un documento católico, ecuménico, ni siquiera estrictamente cristiano, sino que está dirigido a todos los habitantes del planeta Tierra. El sumo pontífice lanza una pública reflexión sobre las cuestiones temporales de nuestro mundo, y en esta ocasión, sobre la ecología, no como materia aislada de la teología y religión cristiana, sino conectada a los diferentes elementos de la vida de los individuos. “Todo está conectado” repite una y otra vez la encíclica en su contenido.
La tradición católica en los últimos papados no se ha visto como antagónica a la modernidad de la sociedad humana, sino más bien como una condición para que dicha modernidad sea plena. Toda sociedad por muy moderna que sea necesita tradiciones y toda religión es tradicional, en consecuencia el catolicismo no escapa de esta lógica. Pero a su vez la tradición puede moldearse y adaptarse ante los nuevos retos que vive el mundo, que no necesariamente significa la anulación de su esencia. El Papa Francisco I reivindica esta realidad con el Laudato Si´, pronunciándose sobre temas vigentes del mundo desde la tradición católica: El estilo de vida humano y las estructuras de poder  que atentan contra la sustentabilidad del planeta tierra al igual que el alma del hombre; moderar el consumo humano en pos del bienestar colectivo de la humanidad y del planeta tierra a su vez de evitar el deterioro ético de las personas; cambiar la indiferencia tanto de los estados-nacionales concretos como los individuos particulares sobre tragedias como el aumento de migrantes debido al deterioro del ambiente; y la privatización de recursos naturales que sirven como bienes primarios para la sobrevivencia de los hombres.
El espíritu de la modernidad nos había prometido que una deidad llamada Razón nos iba a rebelar todos los misterios del universo y así dominar el mundo a nuestro antojo. Los hechos nos han mostrado que la realidad no es tan fácil de entender y dominar como las ideologías modernas nos habían jurado, por ende se necesita un poco de humildad ante fuerzas superiores a la voluntad humana para buscar tanto la felicidad como el significado en nuestra vidas. Laudato Si´ reivindica que tanto el escepticismo como requisito es primordial para hacer conocimiento, pero también la fe es esencial para implementar acciones con base a este conocimiento.
En este libro, cuatro grandes autores desglosan la Carta Encíclica en varios aspectos: Mario Di Giacomo; Manuel Teixeira; Carlos Delgado Flores; y Jaime Palacios. De forma rigurosa nos hacen entender la imperativa necesidad de la Iglesia Católica de conectarse en la resolución de los problemas de este mundo sin necesidad de renunciar a su tradición religiosa.
Laudato Si´
VARIOS AUTORES
AB ucab ediciones. Colección Letra Viva
Venezuela,2016