El desafío en América Latina es garantizar las mayores condiciones de equidad y transparencia en los procesos electorales, entre otras cosas, porque todos los presidentes que buscaron la reelección, la consiguieron. Salvador Romero, director del Instituto Interamericano de Derechos Humanos y el Centro de Asesoría y Promoción Electoral, advierte que “este dato debería llamarnos a la reflexión”.

 

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—¿Qué importancia cree usted que tiene el concepto de integridad electoral para América Latina?

—Creo que es un concepto amplio, que cubre las distintas etapas del proceso electoral y que refleja una preocupación más general sobre la calidad de esos procesos. De asegurar que, desde la convocatoria a unas elecciones hasta que se dan a conocer los resultados, cada una de las etapas se va realizando con base en lo que señalan las normas, pero también con base en principios de equidad, que es una de las líneas centrales de las reformas electorales en América Latina en el siglo XXI.

—Hay países como Venezuela que aseguran contar con un sistema electoral sólido y por esa razón le restan peso a la observación internacional. ¿Usted comparte ese criterio?

—La observación electoral es útil. Es un elemento que ayuda a veces para dar una visión, desde afuera, sobre las etapas del proceso electoral que se va desarrollando en el país. Creo que hay que superar la idea de que la observación internacional implica necesariamente desconfianza. La observación internacional, que comienza en los años 80, con los inicios de la transición a la democracia, tuvo énfasis en controlar porque veníamos de una historia difícil y con pocos ejemplos de elecciones transparentes. Actualmente, las razones han cambiado de manera importante. Creo que la observación internacional le aporta una mirada útil y experiencias que han contribuido a elevar la calidad de los procesos electorales en la región.

—América Latina es un continente atravesado por la polarización política. ¿Cómo impacta este hecho la evaluación de la gestión de los árbitros electorales? ¿No hay un interés de deslegitimarlos?

—La polarización política, sin duda, no solo dificulta todas las etapas de un proceso electoral, sino también las de un proceso político. Pero en un contexto polarizado es cuando más se necesita de un árbitro electoral que sea absolutamente irreprochable, porque esa es la garantía para todos los actores. El árbitro, en la medida de lo posible, debiera estar preservado de este vaivén de la polarización, porque es la instancia que da garantías a los bandos en disputa. Por lo tanto, un árbitro que sea imparcial, que juegue apegado a la legalidad y a los reglamentos, es una garantía indispensable en contextos de polarización.

—¿Realmente la región necesita trazar un abecé que cumplan todos los países? ¿No nos vamos a parecer demasiado unos con otros?

—Creo que cuando uno observa lo que ha venido sucediendo en América Latina, en términos generales, a lo largo de estos 25 años, se advierte una calidad más elevada en los procesos electorales. Líneas de reformas electorales que tienen similitudes y entre ellas un énfasis en la equidad, que implica adaptarse a la nueva realidad institucional que significa la reelección presidencial, al desafío de la equidad en el financiamiento de la política, al desafío de la equidad en el acceso a los medios y, finalmente, a la equidad en la representación política. Son líneas comunes que ha tenido América Latina.

—El presidente Evo Morales, por ejemplo, aspira a un tercer mandato presidencial. ¿No cree que la reelección trajo más daños que beneficios para América Latina?

—La reelección plantea, sin duda, uno de los desafíos más difíciles a la equidad en la competencia electoral. Está claro: la experiencia nos demuestra que todos los presidentes que han aspirado a la reelección la han conseguido. Este es un dato que debe llamarnos a la reflexión, sobre la importancia de asegurar las mayores condiciones de equidad política, de equidad electoral, frente al desafío de la reelección presidencial.

—¿Cómo evalúa a Venezuela?

—Hay un dato que yo destaco mucho y que ha sido señalado con insistencia: el gran compromiso que tienen los venezolanos de asistir a votar. Creo que este es un tema clave, una de las grandes fortalezas que tiene Venezuela. Esto es algo que debe preservarse y hay que conseguir la mayor participación posible en los procesos electorales. Me alegra haber visto esos niveles tan altos y que el voto es un valor de consenso en Venezuela, a pesar de un contexto polarizado.

♦ Hugo Prieto