Egresada en 2008 de la Escuela de Comunicación Social,  fue galardonada como Mejor presentadora de noticias por su trabajo en el canal de TV Caracol. Embajadora de la lucha contra la xenofobia, en esta entrevista invita a los migrantes a abrazar la cultura del país que los recibe y celebra su paso por la UCAB, donde forjó el pensamiento crítico y la visión de servicio público

El pasado 5 de abril, la periodista caraqueña Andreína Solórzano recibió el Premio India Catalina 2021 (el más prestigioso de la industria audiovisual de Colombia) por su labor como presentadora de la última edición de Noticias Caracol, noticiero del canal Caracol, una de las dos televisoras más importantes de ese país. El triunfo representa un hito en la historia de los medios colombianos, pues Solórzano se convirtió en la primera venezolana en recibirlo.

Nacida en 1984 y radicada en Colombia desde 2009, Solórzano es licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo, egresada de la UCAB en 2008. Luego de un corta carrera en medios de entretenimiento venezolanos, que constó de tres experiencias en espacios radiales de corte juvenil y su participación en el programa Rumba, gaitas y pupitres de La Tele (hoy Vepaco TV), emigró a Bogotá en compañía de su pareja para buscar mejores oportunidades de trabajo.

Dicha decisión la llevó a transitar un camino «largo, de mucho trabajo y mucho sacrificio». Así lo afirmó Solórzano en una conversación con El Ucabista, en la cual reflexionó sobre las vicisitudes de ser migrante y las recomendaciones para integrarse en un país que, hasta el 31 de enero de 2021, había acogido a 1.742.927 venezolanos -según datos del portal Migración Colombia– y que constituye la principal nación receptora del éxodo criollo (alrededor de 35% de los casi 6 millones de emigrantes criollos registrados a principios de año).

Aunque asegura nunca haber sufrido discriminación por su nacionalidad, la condecorada presentadora de noticias sabe que la llegada masiva de inmigrantes venezolanos ha conllevado dificultad de inserción en la sociedad colombiana, además de casos notorios de xenofobia.

Ante eso, decidió no ser indiferente. Además de su faceta periodística, abrazó la lucha contra la xenofobia en su nuevo hogar. Actualmente, es Embajadora de la Reconciliación asociada a la agencias USAID/Colombia y la ONG ACDI/VOCA Colombia y cree que el premio que le fue otorgado -y su éxito en el competitivo medio periodístico neogranadino- representa un mensaje de aliento para cualquiera que busque triunfar en tierras foráneas.

 

Premio a la «adaptación sin obligación»

¿Qué significa para ti este premio?

«Me siento muy honrada. Estaba compitiendo con otras profesionales, personas que llevan mucho tiempo y se han labrado un recorrido. He sido juiciosa y considerada con mi trabajo y, sin embargo, entiendo que que mis colegas también lo han sido. Fue un honor gigante y sobre todo un compromiso que me hizo reafirmar mi deseo de ser la mejor. La verdad es que sigo celebrando y mi familia en Venezuela, también. Mi padre está súper orgulloso y darle esa alegría me llena el corazón. Ese ha sido el espíritu con el que he recibido este premio».

¿Los ves más como un logro personal o como un hito en tu lucha contra la xenofobia?

«Este premio es un mensaje importante para una comunidad. Demuestra que se puede salir adelante en otro país, entonces es muy lindo entender que esto puede resultar en algún tipo de inspiración para mis compatriotas. Debo decir, y soy muy franca, que Colombia siempre me ha tratado con mucho amor y que nunca he sufrido de eso que llaman xenofobia, que es muy común de escuchar hoy en día.

De igual forma, sé que muchos de mis hermanos lo han sentido y por eso este premio ha sido una manera de enseñar a las personas que tienen ese sentimiento, y que están básicamente cimentando el miedo al extraño, que no todos los migrantes vienen en una tónica negativa, aunque haya un pequeño grupo que sí lo haga y sea más escandaloso que el resto de personas».

¿Crees que ha sido más notorio tu triunfo por el hecho de ser venezolana o, justamente, por los méritos que te llevaron a conseguirlo?

«No hubo una distinción por ser venezolana, creo que eso es lo bonito. Creo que competí en franca lid con mis colegas, sin que esto fuese algo que me restara o me sumara, sencillamente los que votan en este premio son parte de un jurado compuesto por gente del medio, tanto a nivel nacional como regional, y son personas que tienen experiencia. Son como la Academia de los Premios Oscar, pero su equivalente en Colombia y con las debidas distancias. Saber que son colegas que entienden mi trabajo y que son personas rigurosas que cuentan con una mirada experta sobre el tema me hace saber que esto lo logré por mérito y no por una bandera».

¿Cómo afrontas el rol de presentadora de un programa tan importante como el que conduces, siendo de una nacionalidad distinta a la de la mayoría de tu audiencia?

«En cuanto al acento, soy una persona que se adapta y que adopta fácilmente las maneras de donde está. Cuando hablo en un ámbito menos académico se me puede notar más el acento venezolano, pero en el trabajo entiendes que el centro de atención no eres tú sino la noticia, y debes dar el mensaje de una manera en que el público lo capte mejor y que no haya distractores. Lo que hice fue adaptar mi forma de hablar a la forma colombiana, para entregar de la mejor manera un mensaje».

¿Llegaste a Colombia con esa mentalidad o la adquiriste con el tiempo?

«Llegué a Colombia en 2009. Ha sido un camino largo, de mucho trabajo y mucho sacrificio, ahora estoy adaptada a horarios de mucho trabajo. No me tomé este premio como algo más, porque creo que es muy importante que uno como migrante no se sienta distinto y que no trate de adaptarse por obligación, se trata de abrazar la cultura sin olvidar las propias raíces.

Muchos venezolanos llegamos a muchos lugares comparando nuestra cultura con la cultura local y no es así. Sencillamente, es diferente y uno debe adaptarse al lugar en donde está. No solamente hay que fijarse en cómo nos tratan, sino también en cómo nos adaptamos a ellos, es una relación bidireccional. Eso ha sido parte de mi camino y por lo que, tal vez, estoy en donde estoy».

Según declaraciones que ofreciste a los medios hace años, Yamid Amat, director del noticiero televisivo CM&, te dio tu primera oportunidad justamente por tener un perfil diferente a la presentadora colombiana estándar. ¿Cómo tomaste esa situación? ¿Sentiste en algún momento que ser venezolana era de hecho una ventaja?

«No me eligió por ser venezolana. Sin embargo, ese elemento en otros lugares en donde toqué la puerta fue un impedimento, no porque fuera venezolana, sino porque en ese momento Colombia no era un país receptor de inmigrantes. Históricamente no tenían muy establecido el tema de la migración. Para ese momento, contratar a un migrante incluía muchos compromisos de parte de la empresa, como pagar el tiquete de regreso si dejaba de trabajar con ellos, por ejemplo, y además pagar la visa de trabajo. Ante esta situación, muchas veces prefirieron contratar a un colombiano. En mi caso, al momento de contratación, me frenaba el hecho de no tener visa, incluso perdí un par de oportunidades así».

Entonces, ¿cómo se te dio esa oportunidad en CM&?

«Cuando llegué a CM&, aquello no fue un impedimento. A Yamid más bien le gustó la peculiaridad de mi nombre, pues en Colombia no es común llamarse Andreína; de hecho, comencé en una sección que él llamó ‘Andreína Fascina’ o algo por el estilo. Yamid es una persona que se caracteriza por tener esa visión y por encontrar personas que tienen un talento al que luego puede sacar punta. En aquel momento, y por fortuna, habrá visto en algo en mí. Fue un compendio de cosas, no solo por ser venezolana, pero digamos que para él no fue un impedimento y gracias a él tuve mi puerta de entrada. Ya hay mejores rutas establecidas para la contratación de migrantes y ya no es una barrera ser extranjero, pues Colombia se adaptó a la situación».

¿Cómo fue tu paso por la UCAB? ¿Qué conexiones hiciste que te ayudaron en tu etapa profesional?

«Desde el quinto semestre de la carrera empecé a trabajar, pero no en el campo periodístico, sino más bien de corte entretenimiento. Hacía radio juvenil, trabajé en la emisora 92.9, en Hot 94, en RCR y también hice un programa en La Tele. De la UCAB recuerdo con mucho cariño a mis profesores y siento que mi paso por ahí fue trascendental en quien soy y en la profesional en la que me convertí.

Mis profesores me inspiraron mucho, uno de ellos fue Francisco Coello. mi profesor de Sociología; Rafael Briceño, que hoy en día es una figura reconocida en las redes y que en ese entonces fue mi profesor de Movimientos Artísticos; el profesor Jorge Ezenarro, que lamentablemente falleció no hace mucho; también de Arturo Serrano, de Semiótica, cuya clase me fascinó; el profesor Páez Pumar, de Radio; Marcelino Bisbal y tantos otros que me formaron muy bien».

¿Qué enseñanzas te dejó la UCAB?

«Un pensamiento crítico y esa visión del periodista como la persona que amplifica y hace un servicio público, sobre todo, ya que no se sirve a sí mismo. Me enseñó que el periodista no es un personaje, sino que su trabajo se trata de la gente y sus problemas y cómo uno puede hacer para hacerlos visibles. Además, me permitió aprender que el periodista también es un ser humano, como decía Kapuściński, al referirse a que un buen periodista primero debe ser una buena persona. La educación en la UCAB es bastante integral, pues va desde lo más humanista hacia lo más técnico de tu profesión. Mi formación ha sido mi gran insumo en mi vida laboral y mi inspiración».

¿Qué le dirías a los estudiantes de periodismo en Venezuela?

«Que no se desanimen, ya que el trabajo del periodista es fundamental. Estamos siendo testigos de unos momentos extraños de la comunicación, en los que las redes sociales están convirtiéndose en el medio de comunicación principal de las personas, sin emplear el rigor que se requiere. Lo que tienen que hacer es usar estas herramientas como lo que son, pero que eso no sea el escape para abandonar la rigurosidad, ya que nunca hay que buscar el clic, sino la profundidad de los temas, pues la sociedad desconfía de las instituciones y de esa desconfianza no escapan los medios de comunicación».

¿Crees que la visión de los nuevos periodistas venezolanos debe ser diferente en algún aspecto a la de periodistas en el exterior?

«Deben entender que esto es también un fenómeno global y que es importante mantenerse firme en ese centro que debe ser nuestra profesión y ser el vigilante del poder, ser la voz del que no la tiene y que si se hace ese trabajo de manera juiciosa, utilizando todas las herramientas, se puede hacer un buen servicio a la sociedad. A pesar de que todo parezca muy gris y difícil con todas las circunstancias del país, ahora más que nunca son necesarios los periodistas».

¿Qué mensaje brindarías a los venezolanos que han tenido que migrar en busca de oportunidades?

«Que son unos guerreros y que me quito el sombrero en admiración, ya que han pasado por situaciones muy difíciles. Uno nunca puede olvidar quién es y, a pesar de lo que otros digan de ti, esto no debe influir en cómo te percibes. Saber el valor que tienes, porque siempre llegará un momento en el que lo puedas demostrar, siendo fiel a tus principios y a lo que llevas en esa mochila, que no es solamente ropa, sino tus valores, tus enseñanzas y tu camino; algunos no podrán verlo, porque no te conocen y tal vez tengan miedo de hacerlo, pero tienes que entender e intentar ponerte en los zapatos del otro. No es que otro tenga que ponerse solo en tus zapatos por las circunstancias difíciles que estás pasando, sino que debes entender que cuando alguien te hace un desaire no es un problema tuyo, sino de la otra persona al no darse tiempo de conocerte. Estén siempre conectados con su esencia que eso es lo más importante».

♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Cortesía de El Tiempo