Al igual que lo han estado haciendo el Centro de Salud Santa Inés, la Clínica Jurídica y la Dirección de Proyección y Relaciones Comunitarias –por las limitaciones que impone el distanciamiento social durante la pandemia del COVID-19–, las dependencias adscritas a la Dirección General de la Extensión Social de la UCAB, que ofrecen servicios a particulares y comunidades, han tenido que apelar a las llamadas telefónicas, mensajes de  SMS y WhatsApp, para mantener el contacto con sus usuarios y hacer monitoreo de la evolución, cuando así se requiere.

Es también el caso de la Unidad de Psicología “Padre Luis Azagra” (UPLA), con sede en el “Parque Social Manuel Aguirre”, en Montalbán. Esta unidad, con 20 años de existencia, brinda servicios, a precios muy módicos, de asistencia psicológica –consultas individuales, intervenciones grupales, psicoterapias de grupos y talleres–, especialmente a los residentes de las parroquias aledañas a la sede de la UCAB.

“Son 20 años de historia, trabajando con personas con dificultades económicas de muchas de las zonas cercanas, Montalbán, Catia, Antímano, La Vega. Nosotros somos una unidad que está constituida fundamentalmente por psicólogos y psiquiatras, y de manera muy importante por estudiantes de la Escuela de Psicología, que hacen pasantías de pregrado y postgrado, así como por los voluntarios. La producción de conocimiento, propia de una universidad es parte integral de lo que hace la UPLA”, subraya el profesor Juan Carlos Romero, psicólogo clínico, director de la Unidad de Psicología.

Junto con las pasantías en Asesoramiento Psicológico, los estudiantes ucabistas practican en la UPLA sus conocimientos sobre Psicopatología de Adultos, Evaluación Psicológica y Psicología Clínica Comunitaria (postgrado).

Además, al trabajo de la UPLA se incorpora un grupo de voluntarios –parte del sistema del Voluntariado UCAB que data desde la fundación de esta universidad– que apoyan en dos nichos del trabajo en las comunidades: en las escuelas y en proyectos.

Programas de intervención comunitaria

En el área de Psicología Clínica, la UPLA dispone de cuatro psicólogos clínicos; el área de Psiquiatría cuenta con dos psiquiatras, mientras el área Escolar tiene otros cuatro psicólogos. De los proyectos y relaciones institucionales se ocupan cuatro psicólogos más y otros tres atienden los requerimientos de investigación, con una antropóloga que, también, es curadora de arte.

“Lo que hacemos con los proyectos de asesoría e intervención comunitaria abarca actividades diversas. Eso depende de los requerimientos de otras organizaciones y de la comunidad, se construye en conjunto con colegios, ONG, líderes comunitarios. Eso incluye lo que llamamos intervenciones no convencionales, que es tradición en la UCAB. Se trata de la intervención psicológica por la vía de hacerlos participar en otras actividades o modalidades, como el deporte o el arte. Una muy valiosa, que ya tiene muchos años, es la gimnasia mental, que se ha convertido en un grupo de apoyo para adultos mayores. Tienen la facilitación de un psicólogo y hacen actividades de estimulación cognitiva. Esos son grupos muy cohesionados que hoy día son muy relevantes en virtud de la emigración tan grande. Hay poblaciones de adultos mayores que se quedaron solos o a cargo de los  nietos, eso nos ha aumentado muchísimo la demanda de atención psicológica”, menciona Romero.

Sobre la cantidad de usuarios que la UPLA atiende al año, el especialista estima que son alrededor de 400 personas, pero con cada una pueden tomarse muchas sesiones de trabajo.

“Es típico de la atención psicológica que sea procesal, son una cantidad de encuentros o sesiones que se establecen con cada persona en casi todas las modalidades. Estamos hablando de muchas sesiones de trabajo. Tenemos usuarios que asisten a consulta o intervenciones escolares en formato individual, pasando por intervenciones de grupo, o proyectos comunitarios donde el impacto es sobre todo el personal de un colegio –docente y administrativo–, y eso supone una frecuencia de trabajo diverso. En consulta psicológica uno ve a un usuario meses, una o dos veces a la semana”.

La naturaleza del trabajo en la Unidad implica que, a medida que los usuarios van teniendo conocimiento de lo que allí se hace, van solicitando otros servicios.

“Por ejemplo, en el área de Psicología Escolar, recibimos niños y adolescentes cuyas dificultades corresponden a problemas del desempeño académico o el comportamiento dentro de la escuela, porque su centro educativo los remite. La UPLA recibe a esa persona y su representante y la intervención puede arrancar por apoyo en el área escolar, pero en el transcurso queda evidente que las necesidades trascienden lo estrictamente académico y terminamos interviniendo en los costados del problema. Por ejemplo, ese niño requiere un apoyo que es más de corte psicoterapéutico o puede incorporarse a un grupo dentro de la UPLA que está tocando otros aspectos en área emocional o relaciones familiares. La madre o representante, una vez que tiene contacto con ayuda psicológica, que quizás  no la conocían, cuando va teniendo la confianza de conocer de qué se trata, expresan dificultades que trascienden esto y los tocan a ellos. Entonces, la mamá que antes acudía como representante de su hijo, se permite hablar de sus dificultades y solicita una psicoterapia individual o se incorpora a grupos donde otras madres ventilan otros problemas”.

En los casos en los que se solicita una intervención comunitaria, los psicólogos se trasladan y hacen una detección de necesidades y el contexto de la dificultad.

“Por ejemplo, sucede que una escuela nos pide asesoría porque tienen el problema disparado de la violencia en los últimos meses. Ese es un proceso de interacción íntima y sistemática entre las personas de ese colegio y el personal de la UPLA. A partir de allí se formula una propuesta que puede llevar meses y supone un trabajo grupal de los niños, los docentes y, muchas veces, con personal directivo”.

 

Adaptarse a la emergencia

El director de la UPLA comenta que ya antes de la imposición de las restricciones exigidas por el distanciamiento social, los usuarios estaban reportando dificultades para su desplazamiento. Ahora, todos están haciendo esfuerzos para mantener la atención de los usuarios con los que ya venían trabajando en las consultas de psicología clínica, psiquiatría o de otros tipos de atención, como la escolar y no convencional.

“Tratamos de hacer intervención a distancia con los medios que nos resultan factibles y adaptar nuestro modelo a la realidad de Venezuela, que ya era difícil antes del COVID-19. En la minoría de los casos se cuenta con video llamadas, en muchísimos más casos por teléfono, porque no necesita Internet. También hacemos contactos por SMS. Esto es un esfuerzo de todos los involucrados, de los psicólogos y del personal para que ese contacto sea regular y los procesos se sostengan. Mantener la psicoterapia a distancia es muy relevante”.

En esta etapa de atención en el marco del COVID-19, el profesor Romero explica que, con frecuencia, el trabajo de monitorear la evolución de los niños y jóvenes recae en las madres.

“Ellas son las que conversan frecuentemente con los psicólogos y, cuando se ha creado el puente, ellas se permiten hablar de lo que sucede en sus hogares y cómo están afrontando la situación con las condiciones de vida asociadas a la falta de servicios, o con violencia en sus entornos comunitarios. Hay una preocupación constante por cómo conciliar la cuarentena y cuidar la salud física, porque no pueden almacenar alimentos ni espaciar la ida a mercados. A eso se le suma la preocupación por los ingresos que se han limitado en la cuarentena y tienen que hacer maniobras muy complejas para hacerse de la comida. Todo eso aumenta las preocupaciones, las angustias. Es muy común hablar con madres de cómo se limitan ellas para facilitar que sus hijos pequeños coman. Todo lo que estamos viendo es la integración de unas dificultades que ya traía el marco venezolano, con las propiciadas por la presencia del COVID 19, más otras intensificadas a partir del encierro. La situación es bastante complicada”.

Inducción para el autocuidado

Otra forma de trabajo derivada de la cuarentena que la UPLA se ha encontrado, es la de demandas formuladas desde las comunidades para nuevas intervenciones a distancia, entre ellas  el autocuidado.

“En todas partes del mundo los profesionales de la salud están trabajando cotidianamente con una realidad que los somete a una especial tensión. De allí que surge el Síndrome de Burnout y la preocupación por cuidar el bienestar de los trabajadores que están en la primera línea de atención de la pandemia. Igual sucede con profesionales de empresas que siguen trabajando a distancia, bajo condiciones que no son sencillas, porque con el trabajo a distancia se han modificado horarios y cargas de trabajo. Se trata de generar las mejores condiciones dentro de la posibilidad para que sobrelleven bien las fuentes de estrés. A veces, una organización no ayuda a regular los horarios de trabajo o la propia persona no pone los límites necesarios. Así, se puede encontrar con que está trabajando todo el día, en horarios inhabituales, cuando debería estar procurándose un descanso. Algunas organizaciones nos han demandado apoyo con sus trabajadores y hemos hecho algunas teleconferencias y tenido experiencias que promuevan el cuidado de los trabajadores”.

Red “Psi-COVIDa-UCAB” en gestación

Juan Carlos Romero relata que, desde el mes de abril, los especialistas y docentes que trabajan en la UCAB empezaron a concebir una red de servicio, dado que estaban recibiendo solicitudes similares de distintas vías. Así, surgió la red  de Psicólogos frente al COVID-19, iniciativa de la Dirección de la Escuela de Psicología, su Postgrado y su Coordinación de Responsabilidad Social; que suma al equipo de la UPLA, a la Dirección de Proyección y Relaciones Comunitarias de la Extensión Social y al Centro de Asesoramiento y Desarrollo Humano (CADH).

“Hemos llamado a esto “Psi-COVIDa-UCAB”. Junto con el profesor Danny Socorro, director de la Escuela, está la profesora Janet Guerra, coordinando esto. Esta red, de forma natural, ha ido delineando tres ejes: el autocuidado; la difusión de material con información psicológica con diferentes formatos y un eje de investigación. Estamos haciendo investigación conjunta para recoger información sobre la manera cómo las comunidades y las personas que hacen vida en la UCAB están viviendo la cuarentena. Esa red va a estar produciendo cosas interesantes y permitirá el trabajo de psicólogos muy diversos. Esperamos y creemos que esto puede tener proyección más allá del COVID-19 y podrá desarrollar otras iniciativas de trabajo conjunto para los tiempos por venir”.

Para las personas que estén interesadas en solicitar los servicios de la Unidad de Psicología “Padre Luis Azagra” de la UCAB, están a la disposición estas direcciones de correo: [email protected] y [email protected].

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Archivo (apertura), María Fernanda Mujica (retrato) y freepik.es (ilustración)