En el marco de la celebración de los 20 años de la Unidad de Psicología Padre Luis Azagra s.j. (UPLA) de la UCAB, su director, Juan Carlos Romero, conversó con El Ucabista para hacer un balance sobre el trabajo de la organización en apoyo al  bienestar mental y emocional de las comunidades de Antímano, La Vega y otros sectores aledaños a la sede de la universidad en Montalbán.

Ligado a la Unidad desde sus inicios, como uno de los cuatro psicólogos clínicos que la fundaron, Romero valora el aporte que sus colegas, además de psiquiatras y estudiantes de quinto año de la Escuela de Psicología de la universidad, han hecho durante las dos décadas de vida de la institución.

En la actualidad, la UPLA -cuya sede funciona en el Parque Social Manuel Aguirre de la UCAB- cuenta con 12 psicólogos y tres psiquiatras. El aniversario llega en medio de la pandemia de COVID-19, algo que, según Romero, supone un desafío, no solo para la dependencia, sino para la sociedad en general.

Advierte que la contingencia sanitaria, junto con la crisis socioeconómica, ha hecho mella en la salud mental de los venezolanos y en particular de las comunidades en las que la UPLA presta servicios. Además, el confinamiento ha obligado a los especialistas a trabajar a distancia.

«Ocuparse de la relevancia del ángulo psicológico de lo que atravesamos es asunto de sobrevivencia y sentido común», apunta como prioridad.

 

 

¿Cuánto ha crecido la UPLA durante estos 20 años?

«Nuestra unidad inició sus actividades en enero de 2000, a partir del trabajo de cuatro psicólogos clínicos, una psiquiatra y del mío, como director. Además, integraba el aporte inestimable de los estudiantes del quinto año de la Escuela de Psicología (de la UCAB) que realizaban prácticas clínicas en la UPLA. En sus comienzos, el servicio se concentraba en ofrecer consulta psicológica individual o grupal en el área clínica y psiquiátrica. Veinte años después, la Unidad se estructura alrededor de cinco áreas; además de las dos mencionadas, se sumaron el área de psicología escolar, el área de proyectos -que organiza intervenciones y asesorías comunitarias- y el área de investigación. Adicionalmente, con el correr de los años, numerosos alumnos de las que hoy se conocen como cátedras de compromiso social han efectuado pasantías adscritas a diversos servicios de la UPLA. También estudiantes de postgrado tienen a nuestra unidad como una de sus sedes principales de prácticas. Nuestra planta de profesionales cuenta hoy día con doce psicólogos y tres psiquiatras, junto con el director»

¿Cuáles son los hitos más importantes de la trayectoria de la UPLA?

«Hay cuatro que mencionaría. Primero, la integración del programa de especialización en psicología clínica y la UPLA, lo cual revistió el trabajo de una orientación más sólida desde el punto de vista conceptual. De los egresados de este programa se alimentó por muchos años la plantilla profesional de la Unidad. En segundo lugar, la asunción del epónimo del padre Luis Azagra, pues se convirtió en acicate simbólico que nos recuerda cada día la necesidad de honrar su compromiso con el servicio, la vocación docente y el empeño por la solidez académica. La tercera sería la adscripción, hace pocos años, a la Facultad de Humanidades y Educación, que otorgó un muy efectivo puente con diversas instancias de la UCAB. Finalmente, el empeño por ser más consistentes en difundir nuestra labor y hacerla pública». 

¿Qué proyectos que hayan desarrollado destacaría?

«Primero, la incorporación sistemática de voluntarios al trabajo de la Unidad, de manera que obtengan una experiencia significativa de servicio social y supervisión. En segunda instancia, el diseño de diversas iniciativas donde se combina de forma orgánica el arte o el deporte con la intervención psicológica. Luego haría énfasis en que,  en este instante, el esfuerzo de las diversas áreas de la UPLA es para adaptarse a formas de trabajo que sigan teniendo efectividad y potencia cuando nos vemos obligados a intervenir a distancia. Finalmente, destacaría las Jornadas de Bienestar Psicológico, que son un modelo dentro del esfuerzo de nuestra unidad para compartir el conocimiento adquirido en un par de décadas con la comunidad, a través de diversas experiencias de formación».

(Ver también: Jornadas de Bienestar Psicológico de la UPLA abordarán manejo de la adversidad en tiempos de pandemia)

¿Cómo ha evolucionado su trabajo en los últimos años? ¿Qué se ha hecho más difícil y qué más fácil?

«Destacaría que los psicólogos y psiquiatras se hallan en nuestros espacios de atención con la crudeza, cada vez más extrema, que se asocia con la precariedad y violencia en sus múltiples facetas. No se trata de fenómenos nuevos, pero sí resulta destacable el nivel de gravedad que se aprecia hoy día en nuestra realidad psicosocial. No existen ángulos fáciles en este trabajo. Diría que lo más amable y gratificante es reconocer la posibilidad de incidir sobre el bienestar psicológico de nuestros usuarios a pesar de las ingentes dificultades. También constatar que las personas despliegan recursos inéditos frente a los retos enormes que la cotidianidad plantea en nuestro país. Apreciar esto no es poca cosa, ni es fuente de una satisfacción menor».

¿Qué ha cambiado en el ejercicio de la extensión social?

«Dentro de nuestra universidad ha sido notable en los últimos años el hincapié en construir una estructura coherente que canalice las actividades e iniciativas de extensión social que proliferan en nuestro seno. Gestar un modelo que se organiza a partir de la existencia de un Vicerrectorado de Identidad, Desarrollo Estudiantil y Extensión Social y de una Dirección General de Extensión Social, ha creado una plataforma cada vez más sólida para potenciar la responsabilidad de la Universidad con el marco social más amplio donde se inserta».

¿Qué cifras o datos duros puede dar sobre el trabajo que han realizado?

«En períodos académicos previos a la pandemia se constató una cobertura de beneficiarios que gira alrededor de los 600 por año. Si se proyecta nuestra acción a los beneficiarios indirectos, por ejemplo los familiares cercanos, o a los usuarios de organizaciones a las que hemos asesorado, es posible estimar la solidez de las cifras de las que hablamos. Luego, multiplíquese esto por dos décadas y se apreciará la magnitud del trabajo. Además, tómese en cuenta que, por mucho tiempo, hemos registrado cifras que se mueven entre 170 y 180 estudiantes por año participando en nuestras actividades. Estos números son una forma gruesa de estimar el impacto de nuestro modelo de intervención en el entrenamiento de los estudiantes».

¿Cuáles son sus expectativas para el futuro?

«Enlazarnos con proyectos globales de la UCAB que, a la vez, se integren con organismos internacionales. De esta manera se facilitaría el financiamiento de nuestros proyectos, se mejorarían los ingresos de los profesionales y se ampliaría más aún nuestro rango de acción».

¿Qué otras herramientas o servicios están incorporando o planean incorporar? ¿Qué proyectos esperan desarrollar en el futuro?

«Uno de los proyectos más atractivos en los que la UPLA participa es la red de profesionales y organizaciones ligadas al bienestar psicológico dentro de nuestra universidad que llamamos PsiCOVIDa. Surgió como una iniciativa para coordinar esfuerzos con el fin de responder a solicitudes muy frecuentes de apoyo y asesoría que veníamos recibiendo los psicólogos en el marco de la pandemia. Resultó claro que una vía idónea para hacerlo era concatenar acciones. Luego, PsiCOVIDa terminó por diseñar un plan integral para el cuidado de la persona en tiempos de pandemia y adversidad que persigue apoyar a la población de nuestra universidad. El plan está en curso y pensamos que se proyectará al futuro en el período posterior a la pandemia».

(Ver también: UPLA difunde micros radiales sobre salud mental)

 

¿Cuál la importancia del cuidado de la salud mental? 

«En alguna época se pensó, de forma ingenua, que la salud mental,–o el bienestar psicológico, como prefiero llamarlo- era un asunto de la más estricta intimidad y, a lo sumo, un tópico restringido al interior de los hogares. Sin embargo, hoy día resulta muy claro que las consideraciones sobre el bienestar psicológico se cuelan en todas las áreas de la vida. Por ejemplo, posee vinculación sólida con el desempeño y la satisfacción laboral, a partir de una relación bidireccional. Otro ejemplo notable es la fuerza con la que términos y nociones que aluden al terreno del bienestar psicológico se reflejan en la organización de los centros educativos. La aspiración humana universal para hallar una existencia feliz, o al menos satisfactoria, se representa en el esquema de pensamiento de las sociedades contemporáneas sobre la base de conseguir bienestar psicológico».

¿Cómo planea la UPLA seguir minimizando la incidencia de estos problemas en la sociedad?

«Un sector importante de especialistas viene identificando a las consecuencias de la pandemia en el ámbito del bienestar psicológico como parte de los retos principales que encararán las sociedades en los años por venir. Pienso que es una observación incontrovertible. La presencia de dificultades psicológicas viene en escalada y no se prevé que la tendencia revertirá en breve. Luego, traslademos esta consideración al entorno venezolano. Cómo imaginar que las condiciones que ya venían siendo extremas (servicios básicos inoperantes, delincuencia rampante, violencia sin tregua, por mencionar unos pocos aspectos significativos) no se sumarán a las consecuencias de la pandemia. El coctel es inevitablemente explosivo. Ocuparse de la relevancia del ángulo psicológico de lo que atravesamos es asunto de sobrevivencia y sentido común. Los profesionales de la UPLA seguirán intentando ponerse a la altura del reto que los interpela».

♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Cortesía de Juan Carlos Romero (retratos) y archivo