Al cumplirse el primer aniversario de la emergencia sanitaria por Covid-19, cinco profesionales ucabistas ofrecieron su visión sobre el impacto que ha tenido esta crisis en la educación, la política, la organización social, las telecomunicaciones y la salud mental  en el contexto venezolano

El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia la enfermedad de Covid-19, debido a la expansión de la infección en todo el planeta. Dos días después, el 13 de marzo, el gobierno venezolano decretó la emergencia sanitaria debido a la confirmación del primer caso en el territorio nacional.

Desde entonces, cientos de millones de personas en todo el mundo se vieron obligadas a confinarse en sus casas para tratar de reducir la posibilidad de contagio ante un enemigo invisible. También millones de empresas han cerrado sus puertas y, como consecuencia, se ha producido una crisis económica y laboral «sin precedentes», tal como lo señaló la propia Organización Internacional del Trabajo, que hasta diciembre de 2020 calculó en 255 millones el número de empleos de tiempo completo perdidos a nivel mundial, una cifra «aproximadamente cuatro veces mayor que la que provocó la crisis financiera mundial de 2009».

En Venezuela, la situación no ha sido más benévola.  Hasta el 13 de marzo de 2021,  las fuentes oficiales señalaban un acumulado de 146.488 casos y 1.444 decesos. Pero más allá de estas cifras, otros factores como la cuarentena, el cierre de empresas, la paralización de la educación, el conflicto político y una economía con siete años acumulados de recesión y tres de hiperinflación han generado múltiples consecuencias en lo social y en lo individual.

Por ello, El Ucabista acudió a cinco expertos de la UCAB para conocer su visión sobre la incidencia de la pandemia en el país, así como los aprendizajes y perspectivas obtenidos.

1. La pandemia hizo que el mundo «repensara la educación»

El año en pandemia aceleró el desembarco definitivo del e-learning, o aprendizaje por medios digitales, y del b-learning, o aprendizaje semipresencial. Así lo apuntó Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación, quien lamentó la necesaria aplicación de estos métodos en un país en el cual el 70% de los centros escolares no cuentan con los recursos tecnológicos para llevar a cabo dicha empresa.

Más allá de esta circunstancia, sin embargo, el docente cree que la educación semipresencial  será el método educativo que se mantendrá luego de superar el apremio de la pandemia.

«Tenemos experiencias bien importantes, como los grupos burbuja de España, la vacunación preferente a los docentes en el norte de Europa, la potenciación de los medios digitales y la reflexión necesaria hacia el b-learning o aprendizaje mezclado. Lo positivo que se puede rescatar de un año en pandemia es que, después de muchos siglos, tienes a todas las culturas y naciones repensando el cómo educar. Esto ya es una ganancia inconmensurable», afirmó.

 

2. Ahora el turno es de los docentes para «asumir esta realidad y actuar en consecuencia»

Carlos Calatrava expresó también que el tránsito hacia la educación por medios digitales es indetenible y, por lo tanto, será necesaria «la potenciación de las aulas virtuales y caminar hacia enfoques didácticos más cercanos al aula invertida». De la misma manera, señaló algunas claves sobre las cuales los docentes venezolanos tendrán que trabajar para lograr adaptarse al cambio.

«Este actuar en consecuencia implica la actualización y mejoramiento profesional, la exigencia de condiciones de trabajo consistentes con el tamaño del reto que nos corresponde asumir, una mejor y mayor colaboración de la familia y, sobre todo, el respeto que como profesionales debe venir de toda la sociedad. Toca asumir la realidad, con los bueno y lo malo, lo aprendido y lo relegado, y dar los pasos firmes que necesitamos para pasar de la calamidad a la oportunidad de cambio», añadió.

 

3. La sociedad aprendió que «la salud y el bienestar individual y grupal son lo primero»

El ya de por sí turbulento ecosistema político de Venezuela tampoco quedó libre de consecuencias. Sobre esto se explayó Yakeling Benarroche, coordinadora académica del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB (CEPYG UCAB). La experta considera que la priorización de la salud por parte de los ciudadanos actuó en contra de la organización y articulación social en pro de un cambio político, y permitió al Ejecutivo nacional afianzarse en el poder.

«En el plano político, se evidenció la poca organización y articulación social y las brechas entre quienes aspiran liderar los cambios en el país. Si bien la pandemia sorprendió al mundo, no es menos cierto que encontró un país debilitado en sus estructuras fundamentales y con un gobierno incapaz de dar respuestas efectivas, por lo que la cuarentena resultó ser su mejor aliada».

4. En el corto plazo, en Venezuela «no se puede decir que se producirán cambios para mejor»

Por otro lado, Benarroche no vaticina un panorama alentador en los próximos meses. Cree que, pese a la existencia de las vacunas que ya se distribuyen en el mundo, las pistas que ofrece la gestión del Estado no hacen pensar que este pueda dar con una solución efectiva a la emergencia sanitaria y los problemas que sufre el país desde antes de la misma.

«En el caso venezolano, la realidad es aún más crítica, y ello sumado a la incapacidad, ausencia de recursos, corrupción, entre otros factores, por lo que no se puede decir que se producirán cambios para mejor. El gobierno tiene una capacidad limitada de respuesta y ello hará que mantengan las restricciones, aunque sea en teoría. Incluso en materia de vacunación se desconoce la existencia de un plan, prioridades y cantidad requerida, creo que este gobierno es reactivo y no proactivo, lo que lo hace extremadamente ineficiente», señaló.

 

5. Quedó demostrado que el Estado «ejerce el control social y político a través de la organización del caos»

Reforzando la apreciación de Benarroche, el profesor y sociólogo ucabista, Francisco Coello, considera que la desarticulación de la sociedad venezolana es promovida por el Gobierno nacional. Plantea que el control social ejercido por las autoridades se ha hecho mediante acciones «insólitas», incluso a la luz de la administración de los regímenes totalitarios que conoció la nación en el siglo XX.

«Esto es el caos de las fronteras venezolanas, el caos de la repartición del territorio nacional entre guerrilleros y bandas armadas y la proliferación del caos económico que llevan a una situación de locura como la que hemos visto recientemente, en la cual el mismo régimen que dijo que el dólar era traición y que le hacía la guerra termina exigiéndole a una farmacia que consiga cambio en dólares. No es una locura espontánea, sino una política común en este tipo de regímenes, que es promover la insania nacional, que es enfermar mental, psicológica y conductualmente a la población».

 

6. Si no se trabajan los problemas de fondo «la ‘normalidad’ seguirá estando entre comillas»

El sociólogo comprende como necesaria la adhesión de la sociedad a las iniciativas transformadoras impulsadas por las entidades abocadas a coordinar la organización social, como las ONG, la Iglesia, los partidos políticos, las universidades y los gremios.

Dice que la importancia de dicho esfuerzo radica en el hecho de que, pese a una eventual superación de la pandemia, una «normalidad» no podrá ser alcanzada si no se solventan situaciones como la escasez de combustible, la devastación económica y la sistemática destrucción de la institucionalidad.

«La ‘normalidad’ no va a llegar rápidamente, va a costar mucho, pues pese a que se den todas las condiciones para superar la pandemia, tendríamos al día siguiente otros problemas. Por ejemplo: ¿Cómo podrían los estudiantes regresar a clases con un sistema de transporte que está destruido? O ¿cómo trabajamos si el sistema de telecomunicaciones del país se sigue deteriorando?».

 

7. El aislamiento «cambió la manera en que las personas perciben las telecomunicaciones»

Antes de la emergencia, las plataformas comunicacionales se daban por algo cierto. Sin embargo, José Pirrone, director de la Escuela de Ingeniería en Telecomunicaciones de la UCAB, está convencido de que la cuarentena, además de impulsar el teletrabajo y la educación a distancia, cambió la perspectiva del mundo sobre la posibilidad de mantener relaciones a distancia como nunca antes, algo que es impensable sin la tecnología de la comunicación.

«La cuarentena puso de manifiesto las posibilidades que tienen las telecomunicaciones. No es que no existieran, sino que aquellos que las usaban eran una élite. La pandemia obligó a masificar el teletrabajo, a implementar teleducación, obligó a aprender de aplicaciones informáticas para desarrollar material y evitó el aislamiento total, creando la posibilidad de relaciones a distancia. Esto hizo que fuera lo mismo comunicarse con alguien en Madrid como con alguien en la casa de al lado. Ese descubrimiento es la diferencia entre las telecomunicaciones antes y durante la pandemia», dijo.

 

8. Pese a las carencias en infraestructura, la evolución de las empresas de telecomunicaciones «debe ser a la atención de los clientes»

Pirrone advierte que en el país hay un rezago en inversión en telecomunicaciones, pero apunta el esfuerzo que vienen haciendo numerosos operadores por instalar redes de acceso a internet las principales ciudades del país, con el fin de hacer frente a la demanda de servicio. Sin embargo, el ingeniero cree imprescindible que se refuercen las plataformas de atención al cliente.

«La evolución de las empresas de telecomunicaciones debe ser a la atención de los clientes, no solo de sus necesidades de comunicación sino a la atención personalizada de sus problemas. Creo que esto es una de las necesidades. Se puede automatizar, pero si el cliente no ve que esto resuelve sus problemas, es preferible hacerlo a la usanza antigua, esto es colocando un personal motivado y honesto, estos costos en este momento son bajos y una plataforma bien montada y funcional mejoraría fuertemente la posición y los ingresos de cualquier operador», propuso.

 

9.  «La cuarta ola de la pandemia será de salud mental»

María Elisa Castillo, coordinadora del área clínica de la Unidad de Psicología Luis Azagra, s.j. (UPLA) de la UCAB,  entiende que la prioridad durante la pandemia haya sido responder a la emergencia desde el punto de vista médico y de salud física, pero llamó a concientizar sobre las incidencias de la pandemia en el bienestar psicológico de las personas.

Según la experta, estudios registran un aumento del 60% de síntomas de depresión y ansiedad desde que comenzó la crisis de la Covid-19 en Venezuela. Se refirió a este fenómeno como «Fatiga de Pandemia», relacionado al estrés postraumático asociado a las pérdidas y la dificultad para el contacto con familiares y amigos con la enfermedad.  Opina que dicha condición amenaza con extenderse, mientras no se supere la emergencia sanitaria y se liberen las restricciones.

«Hay mucha incertidumbre, inestabilidad en el empleo y roces continuos familiares en la convivencia cotidiana que se incrementan en el confinamiento. En nuestro país, es importante considerar otras dificultades adicionales que funcionan como condiciones que multiplican la Fatiga de Pandemia: irregularidad en los servicios de agua y electricidad, inestabilidad económica y alto costo de la vida y dificultad en actividades cotidianas que complican el desenvolvimiento de las tareas más simples», alertó.

 

 

 

10. Es fundamental «considerar la salud mental dentro de las estrategias para el tratamiento de las personas en esta pandemia»

Como mecanismo de acción para frenar el avance de los problemas de salud mental, Castillo propone prestar atención y asegurar la medicación necesaria para los trastornos y síntomas que se presentan con mayor frecuencia, como depresión y ansiedad. También plantea la necesidad de discutir el impacto que las restricciones tienen sobre las condiciones de vida de pacientes con condiciones psiquiátricas preexistentes, para quienes el confinamiento resulta en un «impacto aún mayor». Esto mientras se prepara la etapa postpandemia.

«Es un proceso que tomará tiempo. El riesgo de estar expuestos sigue presente, así como las medidas necesarias para disminuirlo. Eso implica la necesidad de atender la ansiedad asociada al tiempo que todavía requerimos con medidas de restricción así como aquellas estrategias de cuidado que formarán parte de nuestra ‘nueva realidad’, como la entendemos”, concluyó.

♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Freepik.es (apertura), Manuel Sardá,  Yakeling Benarroche y María Elisa Castillo (testimoniales)