El novelista y guionista de 43 años cuenta de su paso satisfactorio por las aulas de la Escuela de Letras y reflexiona sobre su obra, celebrada dentro y fuera del país. Con este escritor, El Ucabista da inicio a un seriado orientado a difundir los nombres y experiencias de figuras egresadas de la casa de estudios, con una destacada trayectoria profesional

Eduardo Sánchez Rugeles (Caracas, 1977) creció en el “viejo barrio” de Santa Mónica, urbanización de la ciudad de Caracas; tal cual como Gabriel Guerrero, protagonista de uno de sus libros. Según le confesó a su colega narrador Héctor Torres, tuvo la “desventura de tener una infancia feliz”. Para el año 2005, tenía dos licenciaturas bajo el brazo, de las mejores universidades públicas y privadas de Venezuela. De su paso como docente por tres años en el Colegio San Ignacio de Loyola, surgieron los personajes con los cuales inició su oficio como escritor.

A los 30 años, tras vivir toda una vida en Caracas, tomó la decisión de emigrar a Madrid en 2007; allá contrajo nupcias y se especializó en el oficio narrativo. Es el autor de novelas como Blue Label/Etiqueta Azul (2010), Liubliana (2012); Jezabel (2013) y, recientemente, El síndrome de Lisboa (2020). Por estas historias, ha sido acreedor de reconocimientos como el Premio Iberoamericano de Novela «Arturo Uslar Pietri», el primer lugar en la mención novela del Certamen Internacional de Literatura «Sor Juana Inés de la Cruz» y el Premio de la Crítica de Venezuela.

Teniendo al exilio como tema recurrente, elementos de la cultura popular venezolana y la inclusión de soundtracks en las aventuras de sus personajes, su obra ha sido aplaudida por el gremio literario del país y generaciones de jóvenes y adultos, inmersos en un contexto social convulso. Con una figura de esta índole, inicia el seriado «Ucabistas Exitosos», dedicado a aquellos egresados que demuestran con su labor y entrega que, dentro o fuera del país, siempre se puede dar mucho más.

Eduardo, clarísimo desde el primer semestre

A diferencia de Eugenia Blanc, adolescente que en una de sus ficciones deseaba ser francesa, Sánchez Rugeles decidió estudiar y vivir su juventud en Venezuela. Inició su formación en la Escuela de Letras de la Universidad Católica Andrés Bello, en 1998, mientras realizaba estudios simultáneos de Filosofía en la Universidad Central de Venezuela. Aunque se le hizo difícil compaginar los horarios vespertinos de ambas carreras, de igual forma logró titularse en las dos casas de estudio: “Siempre tuve una debilidad por las ficciones y por la literatura como tal. Si bien la filosofía me dio muchas herramientas, yo sentía que necesitaba complementar esa formación”, responde vía WhatsApp desde España.

De su estancia en la UCAB recuerda con afecto un taller de narrativa impartido por el escritor Eduardo Liendo: “Yo tuve muy claro desde que entré al primer año de la carrera de Letras que quería dedicarme a la escritura, así que cuando ofrecieron ese taller, aproveché la posibilidad”. Otra figura destacada para el escritor fue María de los Ángeles Taberna, ex directora de la Escuela, de quien aprendió muchísimo dentro y fuera de clases; fue ella quien le aconsejó irse fogueando como docente en la educación media, para lograr una de sus aspiraciones: ser profesor universitario.

Tras egresar en 2003, pisó el campus Montalbán por última vez luego de diez años. Ya tenía un nombre consolidado y estaba asistiendo a una charla sobre dos de sus exitosas publicaciones. “Algo que tenía la UCAB, y que me imagino mantiene, era su permanente transformación. Yo fui testigo de cuando se construyó el edificio que creo que llaman el Cincuentenario. Allí no había nada, eso era un tierrero y una escalera. La UCAB siempre está cambiando, aprovechando cada espacio, dijo.

La formación humanística: herramienta ante el autoritarismo

El pasado jueves 14 de octubre, el narrador de 43 años fue invitado a la clase magistral «Letras 2.0:  La literatura como forma de resistencia», organizada por la Escuela de Letras de la UCAB. Con base en lo discutido durante esta ponencia, Eduardo destaca que los estudios en Humanidades, y de Letras en particular, son fundamentales para estimular a los individuos y brindarles una apertura al pensamiento crítico y la tolerancia hacia diversos discursos y formas de pensar.

Hay un tema de sensibilidad, de educación sentimental y emocional que te dan los libros, las lecturas, las películas, la ficción en general. Esto es muy positivo, de cara a pensamientos hegemónicos, autoritarios, visiones del mundo binarias, en donde hay buenos y malos, blancos y negros. El aproximarse a la historia de la literatura y las sociedades humanas, te da mucho margen de maniobra, en lo que tiene que ver con maneras de ser y de entender a la persona”.

Sánchez Rugeles considera que el humanista negocia mucho con la incertidumbre, “a diferencia de estos discursos políticos que te dicen cómo se debe vivir, cómo ser un buen ciudadano, un recluta, un hombre del pueblo o un revolucionario. Aquí nosotros trabajamos con la construcción de la psique humana, algo indeterminado y susceptible de error”.

Destaca que el estudio de la palabra, la razón y el pensamiento, es una fortaleza con la cual se hace resistencia y se desarman discursos hegemónicos.

“Lamentablemente en algunos contextos, la otra parte tiene las armas y la violencia. Sin embargo, a uno le da cierta satisfacción ética saber que estás defendiendo un punto de vista legítimo, que respeta cosas en las que crees, cuando tienes enfrente un contrincante que, en lugar de hablar, grita y dispara o asesina”, afirmó.

En el caso de Venezuela, a su parecer, la trinchera de las letras y sus militantes de oficio sensible “pasa por la dificultad de la situación país: falta voluntad social y política para que vuelva a haber editoriales fuertes y una diversidad de librerías que puedan trabajar en condiciones dignas, y que no sea tan vigilado y perverso el acercamiento a la cultura”.

Éxito en soledad y en equipo

Eduardo ha estado muy presente en el proceso de adaptación al cine de sus obras. Con otros artistas venezolanos, ha sido responsable de coescribir los guiones de historias antes concebidas en su intimidad: la primera, Dirección opuesta (2020), dirigida por Alejandro Bellame -quien también colaboró en la adaptación-, se estrenó en festivales nacionales e internacionales y recibió comentarios positivos de parte de la critica y la audiencia; Jezabel, de la mano de Hernán Jabes, está en espera de una fecha de estreno; y con Luibliana, la cual será dirigida por Héctor Palma, trabaja a cuatro manos en una primera versión del  guion.

“Siempre me fascinaron tanto el cine como la literatura, nunca establecí un límite entre uno y otro: para mí la ficción, bien sea en formato audiovisual o literario, siempre era algo que me apasionaba y que me gustaba. Entonces el salto al cine no fue un cambio de registro, de paradigmas, o un trauma, sino que sentía algo que era algo complementario. La satisfacción es inmensa, el aprendizaje es cotidiano”.

Destacó que en ambos oficios se trata de hacer el mejor trabajo posible, y sin embargo, la calidad de un producto final depende del autor, el público y los referentes estéticos y valores de cada uno: “El hacer artístico es una batalla entre subjetividades, donde se van a reconocer méritos y fallas, pero no es algo que creo que deba generar agobio, ni malestar”.

Recientemente colaboró con la cineasta Claudia Pinto Emperador en la escritura de su nueva película, Las consecuencias, estrenada en la edición 24 del Festival de Cine de Málaga, donde recibió el Premio Especial del Jurado de la Crítica. Con toda esta experiencia detrás de las cámaras y del teclado, Sánchez Rugeles comenta que, a diferencia del trabajo novelístico, el cine es un constante intercambio de ideas fundamentalmente colaborativo.

«Estás permanentemente trabajando con un equipo, con un director, con un escritor, con un productor que te va a decir si lo que se te ocurrió se puede hacer o no, y después el texto lo pones en manos de un actor, y es allí donde te das cuenta si funciona”.

 

A quienes están comenzando o culminando sus estudios en Letras, Eduardo los invita a aprovechar el momento y a reforzar la calidad de un texto escrito. Hace referencia al bombardeo constante y frenético de información mal expuesta en las redes sociales y medios de comunicación, a la cual -cree-  un estudioso de la palabra «puede darle un poco de orden y calidad».

La palabra «éxito» la considera sospechosa y subjetiva: “Es muy particular denominarse así, porque puedes ser exitoso desde el punto de vista profesional, pero personalmente te sientes fracasado, deprimido y entonces ese éxito no es completo”. Por ello, prefiere llamarse un «ucabista satisfecho, un estudiante conforme con su experiencia universitaria, la cual me dejó muchas cosas valiosas y una satisfacción inmensa».

A continuación, la lección inaugural «Letras 2.0:  La literatura como forma de resistencia», organizada por la Escuela de Letras de la UCAB en el mes de octubre:

♦Texto: Daniel De Alba Suárez / Fotos: Cortesía de Eduardo Sánchez Rugeles


*Los alumnos o profesores que deseen postular a algún ucabista exitoso, pueden escribir al correo electrónico: [email protected] ó [email protected]