En el marco del aniversario del emblemático edificio del campus Montalbán, arquitectos e ingenieros que participaron en su diseño y construcción conversaron acerca de los retos que supuso levantar la estructura y resaltaron el significado del recinto para los ucabistas y para Caracas
Transparencia y conexión. Estos son los dos conceptos que resumen al Centro Cultural y Biblioteca Padre Carlos Guillermo Plaza (o Centro Cultural UCAB), para los profesionales que participaron en su diseño, construcción y puesta en marcha.
Así se desprende de los testimonios que ofrecieron varios de ellos durante dos tertulias realizadas los días martes 21 y jueves 23 de mayo, a propósito de la celebración del décimo primer aniversario de este recinto.
Las charlas fueron organizadas por la Dirección General de la Biblioteca, en alianza con las escuelas de Arquitectura e Ingeniería. En ellas participaron los arquitectos Francisco Pimentel y Oscar Capiello, y los ingenieros Vincenzo Bonadio (director general de Servicios de la UCAB) y Nicolás Labropoulos, todos integrantes del grupo que trabajó en el proyecto.
Les acompañaron en las conversaciones el también arquitecto Rodolfo Cucolo, profesor de la Escuela de Arquitectura de la UCAB; Mabel Calderín, directora de la Biblioteca, y el director general de Cultura, el padre Dizzi Perales, S.J.
Los asistentes a las tertulias coincidieron en que el principal atractivo de este edificio, de 14 mil metros cuadrados, es su diseño exterior, con sus grandes paredes de vidrio traslúcido y sus columnas de concreto, que atraen la vista desde cualquier punto de la sede, y su disposición interior, con espacios amplios y abiertos en sus cuatro pisos y su sótano.
“El concepto básico del edificio es la conexión, que los estudiantes puedan interrelacionarse, que sea un sitio de encuentro y no solo de salas cerradas, privadas, donde no hay comunicación entre los usuarios», apuntó el arquitecto Oscar Capiello, integrante -junto con Pimentel- de la oficina de arquitectura que ideó el proyecto.
“Lo planteé como un edificio con una gran transparencia, donde el conocimiento sale y entra. Cuando entendí esto, estructuré esa idea, una biblioteca diferente», agregó el ingeniero Nicolás Labropoulos, otro de los responsables de la ejecución de la monumental obra.
«La idea siempre fue la de la transparencia, por ende todo lo que hicimos para que las personas de afuera vieran hacia adentro, y de adentro hacia afuera del edificio, fue un elemento de diseño fundamental estructural y arquitectónicamente”, apuntó.
Centro Cultural UCAB: cuatro años de construcción y muchos cambios
Cuatro años duró la construcción del Centro Cultural UCAB, que abrió sus puertas oficialmente el 22 de mayo de 2013, con motivo de la celebración de los 60 años de la universidad.
Erigir lo que hoy se revela como testigo físico de la vida ucabista supuso enfrentar numerosos obstáculos. “Fue un gran reto hacer esta nueva biblioteca. En aquel momento no había el apoyo monetario necesario, pero al final se logró construir”, comentó Capiello, quien explicó algunos detalles adicionales sobre su concepción, inspirada en el trabajo del arquitecto Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria de Caracas.
“Se decidió este lugar para hacer la nueva biblioteca porque se buscaba aprovechar este espacio, que era el eje central del campus, y unir una serie de edificios, tal como hizo Villanueva en la UCV”, mencionó sobre el área, en la que que entonces se ubicaba una extensión de estacionamiento vehicular.
Las obras comenzaron en el año 2009, aunque las gestiones de fondos para la construcción fueron iniciadas dos años antes por el entonces rector de la universidad, Luis Ugalde, S.J.
La estructura sería una ampliación que se conectaría con el antiguo edificio de la biblioteca, de tres pisos, inaugurado en el año 1965. Sin embargo, el director general de Servicios de la UCAB, Vincenzo Bonadio, mencionó que la estructura que hoy se aprecia pasó por varias modificaciones.
«Este fue el tercer proyecto que se estudió (…) La universidad estaba consciente de que la biblioteca existente hasta aquel momento no era suficiente para atender la demanda y pensó en esta ampliación», relató.
La llegada al rectorado del padre Francisco Virtuoso, S.J., en el año 2010, supuso el giro definitivo, pues fue él quien pensó en la necesidad de convertirlo en algo más que un espacio para el estudio, la investigación y el resguardo bibliográfico, y en darle utilidad como centro de difusión artística y extensión cultural.
“Este edificio se construyó muy diferente a cómo se planteó. Se modificó el concepto y se creó este espacio amplio en el sótano, con múltiples salas para la cultura y la exhibición del arte, pero vinculada con la biblioteca”, detalló Bonadio.
El ingeniero Nicolás Labropoulos también comentó sobre las adaptaciones realizadas, durante las tareas de construcción, para ajustar las necesidades de diseño y funcionalidad con las de seguridad estructural, entre ellas el reforzamiento de la edificación antigua para su incorporación arquitectónica al proyecto nuevo. Celebró el esfuerzo multidisciplinario para lograr lo que hoy está erigido.
“Si no hay equipo ni entendimiento, no hay proyecto. El éxito o fracaso de un equipo es el éxito o fracaso de un proyecto. Si estamos aquí, 11 años después, es porque hubo éxito en este proyecto”, resaltó.
Un espacio de investigación y arte para Caracas
Como experto y docente de la Escuela de Arquitectura UCAB, Rodolfo Cucolo insistió en que el Centro Cultural de la universidad es una obra «contemporánea, moderna» y de gran valor por su estructura espacial.
“El valor que tiene el edificio es la capacidad de expresar esas ideas de conexión, que sea permeable, que lo que está fuera entre y lo de adentro salga… Para nosotros, los arquitectos, eso es muy importante”, indicó.
Pero más allá de sus características físicas, Cucolo destacó el trabajo de gestión que da vida a los espacios. «Es esa gestión la que hace la diferencia y denota el esfuerzo de la universidad por conectarse con la ciudad de Caracas a través de sus distintas actividades».
Y es que, después de 11 años de su apertura, el Centro Cultural y Biblioteca UCAB resguarda más de 265 mil títulos bibliográficos en sus archivos, cuenta con salas de consulta individuales y grupales y alberga ocho salas de exposición, dos auditorios y un grupo de salas para conferencias y talleres, sin contar con que cuenta con una colección de piezas de artistas nacionales e internacionales.
Gracias a esto, se ha convertido en punto de encuentro no solo para la comunidad ucabista, sino para los habitantes del oeste de la capital (y en especial los de comunidades vecinas a la sede), que disfrutan durante todo el año de una vasta programación de talleres, charlas, conciertos, muestras de arte y fotografía, entre otras actividades docentes, de investigación y extensión.
“Este proyecto fue diseñado basado en la filosofía de los famosos centros de recursos para el aprendizaje y la investigación: un espacio abierto, transparente e iluminado”, comentó Mabel Calderín durante una de las charlas.
“A partir de las posibilidades que nos permitía el edificio, empezamos a pensar cómo involucrar aspectos tecnológicos para que la biblioteca fuera un espacio de vanguardia y de última generación, sin limitarse a los ucabistas, sino atendiendo a las comunidades vecinas”, agregó la directora general de la Biblioteca.
En eso hizo énfasis el director general de Cultura, el padre Dizzi Perales, lo cual asoció con la visión y misión de la universidad como espacio abierto dedicado a promover el desarrollo del país y sus habitantes.
“Valoro no solo el edificio, sino el esfuerzo del equipo humano por adecuar los espacios y además generar una dinámica que permite a la universidad abrirse a una comunidad de artistas y creadores, eso es una novedad construida», destacó.
El arquitecto Francisco Pimentel, diseñador del Centro Cultural UCAB, se refirió precisamente a esto en un manifiesto que leyó en el marco de las charlas.
En el discurso, el individuo de número de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat llamó a las nuevas generaciones de profesionales a seguir la ruta que trazó Carlos Raúl Villanueva, para hacer de la arquitectura un acto social más allá de lo estético, y contribuir a «edificar las condiciones urbanas, habitacionales y ecológicas, en las cuales las personas y las comunidades puedan logar, en medio de la actual situación urbana de nuestras ciudades y del país, mayor plenitud y felicidad», resaltó.
♦Texto: Efraín Castillo (Con información de Jéssica Borges, María Alejandra Fernández y Evelyn Guerrero)/Fotos: Manuel Sardá, Jéssica Borges y María Alejandra Fernández (conferencias) y Vincenzo Bonadio (construcción)