La décima Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, elaborada por la UCAB, documentó una caída de 14% en la pobreza extrema al cierre del primer semestre del año pasado, gracias a la recuperación económica que había experimentado el pais. Sin embargo, para entonces más de la mitad de los hogares seguían en pobreza multidimensional y se ensanchó la brecha entre quienes más y menos tienen. El estudio revela que solo tres de cada 10 mujeres trabajan y que, en promedio, ganan 36% menos que los hombres. Por primera vez, la investigación cuantificó la población con alguna discapacidad
Al cierre del primer semestre de 2024 se evidenciaba una mejoría en los indicadores de ingreso de la población venezolana y una caída de la pobreza monetaria, gracias a la reactivación que experimentó la economía durante la primera mitad del año.
Así lo registró la décima edición de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), a partir de una muestra de 2.490 hogares.
Según los datos del estudio, recogidos entre junio y julio del año pasado, para esa fecha siete de cada 10 hogares (73,2%) se encontraban en situación de pobreza de ingresos (recursos insuficientes para satisfacer necesidades básicas), una reducción de 9,6% respecto a la medición de 2023.
Por otra parte, el número de hogares en pobreza extrema (con ingresos insuficientes para cubrir los alimentos) había caído 14% en un año, al pasar de 50,5% a 36,5%. En total, 3,4 millones de hogares estaban en esta situación, 600 mil menos que en 2023.
Al hablar de pobreza multidimensional (que combina los ingresos con otros factores como servicios, educación, vivienda y empleo), el cambio no fue notorio: más de la mitad de los hogares (56,5%) permanecía en esta situación, sólo 2,4% menos que el 58,9% que la padecía en el año anterior.
Según la ENCOVI 2024, también disminuyó la percepción de inseguridad alimentaria: 78,1% de los encuestados dijo preocuparse ante la posibilidad de que los alimentos se acabaran, versus el 82,7% que lo manifestó en 2023, y 41,1% afirmó haberse quedado sin alimentos en su hogar (4,1% menos respecto al 46,2% que lo indicó en 2023).
“Sin embargo, aún quedan focos territoriales y de estratos, los cuales alcanzan aproximadamente hasta 1/3 del país, donde la inseguridad alimentaria moderada y severa sigue estando presente”, apunta el resumen del estudio, publicado en proyectoencovi.com.
Todas estas cifras están muy lejos de las que el país exhibía en 2014, fecha de la primera medición de ENCOVI. Para entonces, menos de la mitad de los venezolanos (48,4%) estaban en condición de pobreza, 23,6% vivía en pobreza extrema y 39,3% en pobreza multidimensional.
“Durante el primer semestre de 2024 cae la pobreza, como resultado de la estabilidad cambiaria, la reducción de la inflación y el crecimiento económico (…) La volatilidad de la economía venezolana, atada a las variaciones del ingreso petrolero, convertirán estas mejoras en ‘sal y agua’ si por la coyuntura institucional del país volvemos a tener un shock negativo de ingresos”, advierte el texto.
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Más de la mitad de la población en situación vulnerable
A pesar de la recuperación del ingreso de la población, la ENCOVI reporta que en 2024 se mantuvieron sin variación los niveles de vulnerabilidad social, asociados a ocho dimensiones relacionadas con la calidad de vida: ingresos, educación, salud y alimentación, empleo, protección y seguridad social, vivienda, servicios y estructura del hogar.
De acuerdo con la investigación, “el país sigue teniendo una situación de vulnerabilidad entre leve y moderada”, dado que al menos el 50% de los hogares tiene dos o más condiciones de vulnerabilidad.
“El ingreso, que en años anteriores había sido el gran responsable de la vulnerabilidad en Venezuela, es superado por la calidad y acceso a los servicios, la salud y la educación; es decir, por componentes vinculados a la política social”, apunta el reporte.
Los datos también precisan que 88% de la vulnerabilidad moderada se concentra en el 30% más pobre de la población. Por su parte, a partir del quinto estrato o decil de ingreso, 60% o más de los hogares tienen baja o nula vulnerabilidad.
Los investigadores acusan el círculo vicioso que esto puede suponer.
“La vulnerabilidad es un marco de riesgo que puede ser causa o consecuencia del estrato de ingreso. Es causa porque los bajos ingresos limitan la obtención de satisfactores que reducen la vulnerabilidad (Mejora de la vivienda, por ejemplo). Es consecuencia porque la vulnerabilidad reduce la posibilidad de mejorar el ingreso (Vulnerabilidad educativa, por ejemplo)”.
Se ensancha la brecha entre quienes más y menos tienen
La concentración de los ingresos sigue a la vista en el paisaje socioeconómico venezolano. La ENCOVI 2024 evidencia que en los últimos diez años (2014-2024) se ensanchó la brecha entre quienes ganan más y menos dinero.
Con base en el coeficiente de Gini, el índice de desigualdad económica subió 32,43% y pasó de 40,7 a 53,9/100 en una década. Mientras más cerca de 100 está el índice, mayor es la brecha de ingresos.
Entre 2023 y 2024, la desigualdad creció 2,7%, lo que se traduce en que el decil más bajo de la población (es decir, el 10% más pobre) recibió en promedio 12,50 dólares al mes (con un máximo de $23,06); en contraste, el 10% más rico tuvo ingresos promedio de $ 633,72 (aunque llegó a ganar hasta $2.725,34).
“Los ingresos promedios en dólares crecieron más del 50% para la mayoría de los deciles. Para el decil más alto fue de más del 80%, Esto contribuyó con el aumento de la desigualdad entre 2023 y 2024”, apunta el extracto de la investigación.
Comparativamente hablando, Venezuela tiene una mayor desigualdad que naciones latinoamericanas como Colombia o Uruguay, donde el indicador es de 51,5 y 40,8/100, respectivamente; o que países europeos como España, cuyo coeficiente de Gini de 32,0/100.
Empleo y remuneración: mujeres en desventaja
Entre 2023 y 2024, la encuesta registró una caída en la tasa de ocupados, la cual pasó de 60,9% a 54,7%, debido a un aumento en el número de personas dedicadas a labores del hogar (15,7% versus 12,6% en 2023).
En el mismo período, la ENCOVI documentó un aumento en la tasa de empleo formal (que subió de 42,6% a 49,1% del total de ocupados), mejoras en la remuneración del sector público (la cual se ubicó en $110,9 mensuales en promedio, gracias a transferencias y bonos) y una mayor rentabilidad del trabajo por cuenta propia (en promedio, el autoempleo fue remunerado con $202 mensuales versus los $189,5 que percibió un empleado u obrero del sector privado).
Las brechas de género en el mercado de trabajo siguen siendo importantes a favor de los hombres.
En términos de empleo, por ejemplo, la tasa de ocupación masculina es de 63,2% versus la de las mujeres, que es de 36,8% y cayó 0,5% en un año. En pocas palabras: seis de cada 10 caballeros trabajan, mientras poco más de tres de cada 10 mujeres lo hacen.
Ambas cifras se ubican 10 puntos por debajo del promedio mundial documentado por la Organización Internacional del Trabajo (73,1% en el caso de los hombres y 46,3% en el de las féminas).
A la luz de los hallazgos de ENCOVI, la situación tiene incidencia directa en los niveles de pobreza. En los hogares no pobres, seis de cada 10 mujeres (57,1%) trabajan más de 38 horas a la semana, mientras en los hogares pobres más de la mitad (57,6%) no labora.
En cuanto a remuneraciones, en promedio los hombres ganan 1 dólar más por hora trabajada. Esta cifra varía según la profesión u oficio: la mayor diferencia se observa en el caso de los cargos de director o gerente, donde un caballero recibe $12,2 más por hora que una mujer; en ocupaciones elementales, la diferencia a favor de los hombres es de sólo $0,7/hora.
Únicamente en el caso del profesional científico o intelectual, el hombre gana menos que su par femenina (-1,9 dólares por hora).
“Aunque parezcan pocas las diferencias por hora trabajada, esta brecha se amplía cuando se considera la remuneración total, dado que en promedio los hombres trabajan más horas por día que las mujeres. La diferencia de ingreso mensual total es de 52 dólares (36,7%) a favor de los hombres. Para el caso de los directores es de 46,7%”, apunta la ENCOVI.
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La baja inserción laboral, el “techo de cristal” o discriminación para altos cargos, la desvalorización de los empleadores, la discriminación en “ámbitos masculinos”, las pocas horas de trabajo por responsabilidades de cuido, las «protecciones legales discriminatorias» y la autominusvaloración de las mujeres se cuentan entre las causas reportadas por la encuesta.
“Especialmente importante es la inserción de la mujer en el mercado laboral, dado el impacto directo que esto tiene sobre el ingreso de las familias. Superar las barreras de acceso de la mujer al trabajo es una manera de combatir la pobreza de ingreso y las condiciones de vulnerabilidad de los hogares”, recomiendan los investigadores.
3,9 millones de niños y jóvenes fuera del sistema escolar
Las estimaciones de la ENCOVI señalan que, para 2024, la cobertura educativa nacional alcanzó 66%, lo que quiere decir que estaban escolarizados 7,7 millones de niños y jóvenes entre 3 y 24 años.
El número se “estancó” o mantuvo estable respecto a 2023, pero es inferior al 70% conseguido durante la pandemia por Covid-19 (2019-2020) y está 10 puntos por debajo del pico más alto de cobertura (76%), documentado por el estudio en 2016.
La mayor tasa de matrícula escolar se registró en el rango de edad de 6 a 11 años, correspondiente a educación básica (97% en varones y hembras); la más baja se observó entre los 18 y 24 años (21% en hombres y 29% en mujeres).
La inasistencia a los centros educativos se relaciona con problemas de servicios públicos como agua, electricidad o transporte, así como a la ausencia de los docentes o las huelgas.
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Respecto al Programa de Alimentación Escolar (PAE), un incentivo para acudir o permanecer en el sistema educativo, su acceso continuó siendo irregular para más de la mitad de los beneficiarios.
Los números de la ENCOVI reflejan que 67% de la población escolarizada lo recibía a mediados de 2024, lo que representa un aumento de 5 puntos respecto a 2023. Sin embargo, seis de cada 10 (63%) reportó contar con él sólo algunos días y 17% casi nunca. Solo el 21% dijo acceder al PAE diariamente.
La encuesta deja ver que 3,9 millones de niños y jóvenes están fuera del sistema escolar (34%), situación que contribuye a perpetuar la exclusión.
Entre las evidencias que lo confirman está que en 72,4% de los hogares pobres se identificó rezago escolar severo entre niños y adolescentes de 8 a 17 años de edad; en 65,5% se observó una escolaridad inferior a los 11 años y en 69,7% de esos hogares los adolescentes de 15 a 24 años no asisten a clases.
“La ENCOVI 2024 nos reitera que se requieren de esfuerzos mayores para crear los incentivos que favorezcan la continuidad de las trayectorias educativas y aumentar la matrícula, sobre todo en los niveles de educación inicial y universitaria. Algunas de las medidas requeridas corresponden al ámbito educativo, como aquellas relacionadas con: una oferta de oportunidades de formación más acordes con el mercado laboral actual; un PAE funcionando eficientemente; la (atención de la) inasistencia de los docentes (y de) las carencias de acceso a las TIC’s. Pero hay otros problemas que son exógenos al sistema educativo, como los relacionados con los servicios públicos”, se lee en el documento.
Personas con discapacidad: visibilizados por primera vez
Una de las novedades de la ENCOVI 2024 es que, por vez primera, incluyó preguntas para identificar el volumen de población, de 5 años y más, con alguna discapacidad visual, auditiva, motora, para comunicarse o para autogestionar su cuidado.
Según estimaciones de la encuesta, 18% de la población nacional, es decir, casi 5 millones de personas, tienen dificultad visual, en su mayoría mujeres (59%) y en edades potencialmente activas. Además, 2,3 millones (9% de la población nacional) presentan dificultades motoras, “claramente prevalecientes entre los hombres, frecuentemente por secuelas de accidentes, y en adultos mayores”, menciona el reporte.
Por otra parte, más de un millón de personas (equivalentes al 4% de la población del país) presentan problemas auditivos, con predominio de mujeres y adultos mayores; además, unas 724 mil (2,7%) tiene dificultades para autogestionar su cuidado y unas 669 mil (2,5% de la población) reporta problemas para comunicarse (también mayormente mujeres).
Entre 50% y 70% de los encuestados indicó que dedica hasta cuatro horas diarias en el hogar para cuidar a personas con alguna discapacidad. La cantidad de tiempo varía según el tipo de dificultad que presente la persona atendida.
“Esta información es de interés para la formulación de propuestas de intervención inclusivas y que apoyen la gestión del cuidado, el cual suele recaer sobre las mujeres”, dice el informe.
Los migrantes venezolanos maduran, su perfil educativo baja
La décima edición de la ENCOVI volvió a incluir datos del flujo migratorio. De acuerdo con la encuesta, para la fecha del estudio la migración venezolana seguía siendo mayoritariamente masculina (55% de los que salieron del país en 2024), aunque la edad ha variado.
Mientras, en 2017, casi 6 de cada 10 migrantes (57%) eran jóvenes entre 15 y 29 años, para 2024 este grupo solo llegaba al 40%. En contraste, 46% de los que emigraron en 2024 tenían entre 30 y 49 años, versus el 29% que lo hizo en 2017.
Otro aspecto que cambió de los venezolanos migrantes es el perfil educativo. En 2017, 52% de los que se fueron eran técnicos o universitarios; en 2024, siete de cada 10 (73%) tenían estudios de primaria (algunos incompleta) o secundaria.
Un dato curioso es que, aunque la búsqueda de oportunidades laborales fue la principal razón para abandonar el país, más de la mitad de los que se fueron estaban trabajando en Venezuela antes de irse, independientemente de su nivel educativo (62% en el caso de los que tenían estudios de primaria y 82% en el caso de los universitarios).
En cuanto a los destinos, Colombia seguía siendo el principal país de llegada: 35% de los connacionales que emigraron lo hicieron a la nación vecina.
Para el momento en que se levantó la encuesta, Estados Unidos se había convertido en el segundo más buscado (16% de los migrantes lo tenía como lugar de acogida), desplazando de esa posición a Perú.
Por otra parte, la gran mayoría de los migrantes estaba trabajando. Sus familiares encuestados por la ENCOVI reportaron que 83% tenía empleo, una proporción que se registraba en los países con mayor concentración de emigrantes (95% Ecuador, 86% Colombia, 84% EEUU, 82% Chile y 81% Perú)
En este ámbito también se identificaron desigualdades de género en contra de las mujeres. “En promedio, hay una brecha de 15 puntos entre hombres y mujeres en el porcentaje de ocupados. Esa brecha es inferior en Colombia o Estados Unidos y llega a ser más alta en Chile, Perú y otros países”, se lee en la encuesta.
Estatus migratorio y remesas: avances y retrocesos
En referencia al estatus migratorio, 64% de los encuestados reportó que sus familiares se encontraban en situación regular, gracias a permisos temporales, asilo, residencia o ciudadanía.
En contraste, 12% dijo que estaba en situación irregular (falta de documentos, vencimiento de visa o permisos) y otro 23% dijo desconocer la situación.
Otro hallazgo interesante es que, en los últimos tres años, se registró una disminución en el envío de ayudas (dinero o bienes) por parte de los migrantes a sus allegados en Venezuela. En 2021, 58% lo hacía, cifra que cayó a 43% en 2024.
“42% estaría enviando dinero y poco menos de la mitad de esos envíos se realizan mensualmente”, apunta la ENCOVI, que menciona que ha disminuido considerablemente el uso de transferencias en bolívares.
“En contrapartida, hay un aumento importante de las transferencias en divisas utilizando las instituciones financieras”. En este sentido, 48% reportó hacerlo por casas de cambio o la banca y sólo 9% entregó divisas en efectivo a través de amigos o relacionados.
Demografía, servicios públicos y salud
Al igual que en anteriores ediciones, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2024 de la UCAB abordó otros temas, entre ellos perfil demográfico del país, situación de servicios públicos, acceso a la salud, distribución y alcance de los programas sociales, por nombrar algunos.
Según la encuesta, la población de Venezuela alcanzó en 2024 los 29,37 millones de habitantes, distribuidos en poco más de 9 millones de hogares, los cuales están conformados por 3,2 miembros. La estimación se basa en proyecciones de 2022 de la Organización de Naciones Unidas.
«Esta misma fuente había previsto en la revisión del año 2015 que la población de Venezuela en el año 2024 estaría en el orden de 33,88 millones», se lee en la presentación, en la que se menciona que la migración, el incremento de la mortalidad y los nacimientos no ocurridos son tres de los factores asociados.
«La huella dejada por la crisis prolongada sobre las estructuras demográficas y la reconfiguración de las unidades familiares persistirá por un buen tiempo. Ello se refleja en: la reducción del volumen de la población, su envejecimiento, hogares de menor tamaño, mayor participación de las mujeres como jefas de hogar, entre otros», apunta el estudio sobre algunas consecuencias del cambio poblacional.
Por otra parte, la ENCOVI indica que se mantienen las deficiencias en los servicios públicos: 58% de los hogares tiene suministro irregular de agua potable (9% cuenta con el servicio solo cada 15 días o más), mientras casi la mitad de (47%) reportó interrupciones en el servicio eléctrico alguna vez por semana y por varias horas, y 28% sufre apagones diarios.
“(La superación de estas deficiencias) precisa importantes programas de inversión para mejorar el suministro de agua por acueducto, el servicio de electricidad sin interrupciones, el mantenimiento de la vialidad, la limpieza de drenajes, la recolección de desechos, entre otros”, se lee en el texto.
Los expertos de la UCAB también recomendaron fortalecer los programas de atención en salud “para reducir los riesgos asociados a la falta de acceso, la automedicación, los costos de los medicamentos, el bajo nivel de aseguramiento, entre otros”. 47% de la población percibe la salud pública como regular y 38% como mala o muy mala.
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Bonos y cajas CLAP: necesidad de focalizar
En cuanto a programas sociales, los investigadores de la ENCOVI señalaron la necesidad de mejorar la entrega y distribución de los bonos temporales y las cajas de alimentos CLAP, iniciativas diseñadas para contrarrestar las dificultades de la población vulnerable para satisfacer sus necesidades básicas.
Esto debido a que las políticas “mantienen lógicas universalistas y no progresivas”, es decir, no están enfocadas en atender específicamente a los sectores que más lo necesitan.
Por ejemplo, aunque 88,9% de los hogares del país recibió las cajas CLAP en 2024, 82,2% de los hogares NO pobres también reportaron haberla recibido y en el decil más alto (es decir, el de más ingresos), esta cifra alcanzó 74,4%.
Por otra parte, 70% de los hogares no pobres dijo haber recibido bonos, mientras los pobres extremos recibieron bonos por montos que equivalen a menos de la mitad de los que reciben los no pobres ($20 vs $42, en promedio).
“La crisis humanitaria se ha focalizado en regiones y estratos sociales, pero la situación general de la población puede volver a deteriorarse por las condiciones político institucionales de 2025 y sus consecuencias socio-económicas”, concluye el reporte.
La ENCOVI: 10 años monitoreando la crisis
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) es una iniciativa del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Publicada desde 2014, constituye una referencia informativa y estadística de primer orden al servicio de la incidencia pública.
Su objetivo es producir información relevante y actual que permita conocer las condiciones de vida de la población, dar cuenta de las disparidades socioeconómicas e identificar los principales problemas que vulneran sus derechos esenciales, con el fin de orientar las estrategias adecuadas en materia de políticas y programas sociales.
«La ENCOVI ha llegado a su décima edición cumpliendo el propósito de ofrecer información que ha permitido monitorear las huellas que ha dejado la crisis humanitaria sobre la población venezolana, particularmente por los efectos de la migración forzada, pero también por los retrocesos que registraron los índices de bienestar”, se lee en su página web.
Los interesados en revisar en detalle la ficha técnica y los resultados de la ENCOVI 2024, así como las ediciones anteriores, pueden visitar https://proyectoencovi.com
♦Texto: Efraín Castillo/Fotos: Carlos Miliani/Gráficos: ENCOVI 2024
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