Luego de una amplia trayectoria, vinculada al fortalecimiento de proyectos educativos e institucionales de la Compañía de Jesús en los países andinos de América Latina, el profesor Jorge Pernía se incorporó al área de servicios y asesoría organizacional en la UCAB y, más recientemente, asumió la Dirección de Postgrado para desarrollar un nuevo concepto, que a su vez implica una profunda transformación institucional. Una estructura más flexible, más próxima a los responsables de los programas, con una visión para anticipar cambios, con capacidad para producir inteligencia de mercado, cuyo propósito es competir con éxito en la oferta de servicios dentro del mundo empresarial venezolano y del país en general.
Pernía hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos, en la Universidad de Salamanca (España), que resultó de gran utilidad para tener un mayor conocimiento de la realidad de nuestro continente. Previamente, hizo una especialización en el área organizacional.
—¿Cómo se vincula su desarrollo profesional con la Dirección de Postgrado y con los aires de cambio que vive la UCAB?
—Vengo de una dirección que en principio se llamó UCAB Servicios, la cual fuimos transformando bajo un nuevo enfoque vinculado al área de la consultoría organizacional. Es lo que actualmente se denomina Consultores UCAB. El objetivo era colocar a la universidad en la esfera del mundo empresarial, para divulgar lo que era capaz de hacer a través de sus escuelas e institutos de investigación. Esa dirección sirvió para poner las bases de una oferta más consolidada. Allí me desarrollé en el área de proyectos de consultoría y de asesoría organizacional.
—¿Cuál es su percepción del área de Postgrado?
—Estamos en una etapa de revisión, de ajuste, de debate. No es un proceso que surge de la noche a la mañana, sino que se enmarca en la visión 20-20 de la UCAB. Es un profundo análisis de la calidad de la educación y de los servicios, pero también de la sustentabilidad de los programas. Nada de esto lo podemos desligar de la realidad país, de la cual no podemos abstraernos. Todo lo contrario. Entra a jugar un papel fundamental. Es un nuevo escenario. Me refiero, principalmente, a la situación económica, que gravita, con mayor o menor peso, en todas las áreas de la sociedad venezolana. Una universidad como la UCAB, de naturaleza privada, que no tiene subvenciones y se financia con la matrícula, tiene que hacerse una pregunta: ¿cómo podemos mantener la oferta de múltiples postgrados? Y la respuesta no es sencilla.
—¿Cuántos postgrados ofrece la universidad?
—Estamos hablando de unos sesenta y cinco programas abiertos. Pero en esta etapa es imprescindible hacer el análisis de dos variables: calidad de la educación y sustentabilidad de los programas. Ahí surge una interrogante, o más bien un desafío. No podemos seguir abriendo programas, sin un estudio de sustentabilidad. La UCAB tiene más de cien programas aprobados para que haga su oferta. Pero no todos son rentables.
—¿Qué otros factores, distintos a la rentabilidad, se van a tomar en cuenta para la oferta de los programas? Porque la UCAB tiene unos nódulos que preservar y una misión que cumplir. ¿Cómo se va a enfocar, digamos, esa ingeniería académica?
—Estamos inmersos en el plan integral para la reforma de los estudios de Postgrado y debatimos sobre lo que queremos que sea esta dirección, como oferta confiable, de calidad; y como oferta rentable para la propia universidad y para el país. ¿Qué es lo que está demandando la sociedad venezolana? Necesitamos, en efecto, hacer un estudio de mercado. Tenemos que actualizarnos en esta área. La marca UCAB sigue vendiendo, pero tenemos que salir a la calle para promoverla y hacerla más competitiva. Otras universidades tienen estrategias y desarrollo de mercados. Nosotros tenemos que actualizarnos.
—¿Cuáles serían las fortalezas que tiene la UCAB dentro de ese plan?
—Hay varios aspectos que hemos identificado y otros que tenemos que trabajar. La universidad ha entrado en un proceso de renovación curricular por competencias en el área de pregrado. Este es el momento para que postgrado entre en esa dinámica. Debemos trabajar en la relación entre pregrado y postgrado. Pareciera que son áreas distintas, que son dos universidades, que las estructuras de gobierno son autónomas. Postgrado debe ser la primera opción para que nuestros egresados realicen la especialización, la maestría, el doctorado y la investigación académica. Para que podamos ofrecer una oferta que sea coherente necesitamos profundizar en ese vínculo. Es un aspecto clave.
—¿Qué otros elementos, igualmente relevantes, han considerado?
—Precisamente, los estudios de mercado y el diseño y desarrollo del plan de mercadeo. Eso va a traer consigo diversas estrategias. Uno de los puntos del plan integral tiene que ver con la dimensión académica. Es decir, hacia dónde apuntan y deben dirigirse los postgrados. ¿Hacia la investigación? ¿Hacia la profesionalización? ¿Hacia las dos posibilidades? Lo aconsejable sería que ambas opciones queden abiertas, pero eso implica el desarrollo de nuestras propias estrategias.
—¿Usted por cuál opción se inclinaría?
—Debemos ofrecer la posibilidad de la profesionalización, pero sin menoscabo de la investigación, a través de las maestrías y de los doctorados. Eso es parte de nuestro patrimonio, algo que nos debe identificar. Una de nuestras banderas ha sido el doctorado en Historia, al igual que la maestría y el postgrado en Filosofía. La UCAB es una universidad humanista y es impensable que esos postgrados queden por fuera. Sin duda, estarán presentes en las decisiones y podrían ser apalancados. Pero hay programas cuya vigencia implica una revisión y una oferta diferente. Por ejemplo, el programa de la Gerencia de Servicios Asistenciales de Salud, que fue un éxito a escala nacional, pero que debe actualizarse. Tenemos que ser creativos para hacer los ajustes necesarios, para advertir cuáles son las exigencias del mundo empresarial. De lo contrario, ese y cualquier otro programa, mueren.
—¿Por dónde empezar?
—Aquí no se puede hacer magia, lo fundamental es construir un equipo de trabajo. El equipo actual ha respondido a una estructura de gobierno, a un modelo que empieza a cambiar de acuerdo a la realidad del país, pero que exige nuevas maneras de ver lo que es postgrado. Aquí es donde creo que tenemos fortalezas, en el mundo de las relaciones, en el mundo de la gerencia. Pero no quisiera verlo desde la gerencia técnica, sino de lo que significa, precisamente, construir ese equipo. Sabemos que debe ser distinto a lo que por muchos años ha tenido la universidad. Les hemos pedido a los decanos de las distintas facultades que sean ellos quienes estén al frente de las diferentes áreas de especialidad, a través de las cuales se ofrecen los programas de postgrado. No ha sido fácil, porque cada uno tiene su estilo y sus múltiples compromisos propios de pregrado. Hay una dirección general que debe hacer que esto funcione, que esto fluya, a partir de un modelo diferente. Ahí es donde considero que está nuestro reto y donde puede incidir mi experiencia de trabajo.
—¿Lo que usted anticipa, lo que sugiere, pasa por una reorganización de toda la estructura de la universidad?
—De hecho, la universidad está en un rediseño. Lo tendría que limitar a nuestra competencia, a postgrado exclusivamente. En efecto, estamos trabajando en un rediseño del funcionamiento de esta Dirección. Es un proceso de construcción colectiva, a pesar de que al final quien toma las decisiones es el equipo rectoral. Pero hay una comisión a la que se le ha delegado todo un trabajo de análisis y documentación, que debe presentar un borrador, un documento, en febrero. De ahí saldrá el modelo de trabajo para postgrado.
—¿Qué esperaría usted de las personas involucradas en el nuevo plan de trabajo?
—La universidad, su capital humano, entiende y asume que este desafío es ineludible. Este es un proceso de construcción colectiva en el que participan todos los involucrados mediante el acceso a la información para los directores de programas y, si es posible, para todos los profesores, en una comunicación de doble vía con las instancias del caso y las propias autoridades. No habrá lugar para las sorpresas. Las señales se han dado y se han venido discutiendo. Eso es lo fundamental.
♦ Hugo Prieto