Carisma, amabilidad y dedicación por su trabajo son algunos de los atributos que demuestra el profesor Carlos Calatrava, quién desde el año 2001, ha ido escalando profesionalmente en el departamento de la mención Ciencias Pedagógicas de la Escuela de Educación de la UCAB, gracias a su pasión y compromiso por la docencia y por el país.

Graduado en el año 2000 de licenciado en Educación mención ciencias pedagógicas en esta casa de estudios, a sus 39 años, Calatrava ha dedicado casi la mitad de su vida a desarrollar sus estudios en busca de respuestas a la situación nacional, como una manera de contribuir, desde sus espacios, con la reconstrucción de Venezuela.

Un año después de culminar su carrera de pregrado,  cursó su primer postgrado (Gerencia tecnológica) en la Universidad Nueva Esparta. El programa fue una de las primeras experiencias en educación virtual que se realizaba en el país y a la cual él apostó por ser una propuesta innovadora para la Venezuela de aquel momento.

Su participación en las protestasdel 11 de abril de 2002 lo llevó a buscar nuevos espacios académicos para entender la realidad del país, por lo que en febrero del año 2003 comenzó la maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar, en donde conoció al profesor José Machillanda, quien se convertiría en su tutor y lo llevó a desarrollar su primera investigación sobre la situación política, económica y social de Venezuela.

“Mientras cursaba la maestría, comencé un seminario sobre sociología militar con el profesor José Machillanda. De su mano generé mi trabajo ‘Los efectos del 4 de febrero en el sistema político venezolano’, el cual terminé defendiendo en el año 2009. Te estoy hablando de hace nueve años y mis conclusiones decían que Venezuela se dirigía hacia el establecimiento de un proceso autocrático militarista. Lees esas conclusiones en el 2018 y pareciera como que hubiese tenido una bola de cristal para ver el futuro, porque la investigación me llevó a que no solo tocara el tema militar sino también los efectos en el sistema político y económico”

Adicionalmente, Calatrava es graduado del postgrado de Responsabilidad Empresarial de la Universidad Metropolitana y actualmente se encuentra desarrollando su tesis doctoral en la Universidad Simón Bolívar sobre la maestría que cursó años atrás en esa misma casa de estudios.

En los pasillos de la UCAB, este docente es conocido por ayudar a los estudiantes, no solo como jefe del departamento de ciencias pedagógicas de la Escuela de Educación (cargo que ostenta desde hace casi sino años) sino como profesor de las distintas cátedras que ha asumido desde 2001, año en el que asumió el compromiso de retribuirle a la universidad lo que aprendió en sus aulas.

 

¿Cuándo comenzó como profesor en la universidad?

“Tengo 18 años de profesor en la universidad. Empecé en el 2001, pero como siempre digo, también le sumo los de estudiante. Yo llegué aquí en octubre de 1995, cuando comencé el primer año de Ciencias Pedagógicas. Desde entonces, he tenido una relación de sublime amor con la universidad. Cuando me gradué en el año 2000, vine a buscar un papel y la profesora Aída Noda -quien era la jefa de departamento de Ciencias Pedagógicas en aquella época- me comentó que había disponible un cargo de medio tiempo en la Escuela, que era para trabajar con ella y que si yo estaba interesado. En ese momento estaba terminado un contrato en la UPEL, en el núcleo de Río Chico, en el estado Miranda, y sin pensarlo dije que sí; el 1 de septiembre del 2001 ya yo estaba aquí como profesor junto con la profesora Noda, que para mí ha sido el modelo de lo que debe ser un ucabista. Ella fue mi profesora de primer año en la carrera; imagínate tener la oportunidad de dar tus primeros pasos profesionales con el gran referente que tuviste”

En ese momento, ¿qué cargo tenía usted dentro de la escuela de Educación?

“En el tiempo de Aída, el asistente del departamento era la figura que yo tenía; ni siquiera tenía oficina propia, yo trabajaba en una esquina de esta misma oficina en la que estoy actualmente. Con el tiempo, eliminaron la figura de los asistentes, ahí me tocó asumir una condición de apoyo a todos los procesos administrativos de la Escuela. Cuando llegó el profesor José Francisco Juárez como director a la Escuela, la profesora Aída sintió que debía ir soltando responsabilidades y la condición que puso para dejar el departamento fue que yo me convirtiera en el jefe de departamento. Desde hace siete años ese es mi cargo”.

 ¿Cuántas cátedras ha dictado en 18 años?

«Han sido siempre las mismas: la cátedra de Tecnología Educativa que fue con la que empecé y sigo trabajando. Otra cátedra que hemos desarrollado en el departamento y en la que doy clases es un seminario que nació en el año 2003 y se llama Transversalidad curricular. Tras la jubilación de la profesora Carmen Leonor, que fue la gran maestra de nosotros en Ciencias Pedagógicas, me atreví a solicitar sus cátedras (Currículum y Planificación Educativa) porque nadie se postulaba, porque eran unos zapatos muy grandes que llenar. La vida decidió que heredara sus materias y las sigo dictando. Una que otra vez me ha tocado dar clases en otras menciones, pero siempre con materias que se parecen un poco a las mías».

¿Qué otros proyectos ha desarrollado en la universidad?

«La primera actividad que me tocó fue ser representante por seis años de los profesores en los Consejos de Escuela. Cuando fui estudiante estuve también por dos años en los Consejos. Entonces tuve la oportunidad de ver todo lo que significa la Escuela con los ojos de alumno y después de docente, dos concepciones totalmente distintas. Luego fui por cuatro años miembro del Consejo de Facultad. Fue una experiencia muy bonita porque mi compañero fue el profesor Elías Pino, nos sentábamos justo al lado y generamos una relación de trabajo excelente. Que Elías Pino Iturrieta, miembro de la Academia Nacional de la Historia, tuviera ese respeto conmigo, yo siempre lo voy a agradecer. En medio de todo esto, fui representante de la universidad en la Comisión Regional de Currículum de Educación Superior de la capital por dos años. Esa comisión se encarga de generar los grandes lineamientos nacionales para la orientación curricular de las instituciones de educación superior en el país,  los cuales son  luego aprobados por los vicerrectores y  llevan siempre tiene un visto bueno por el Consejo Nacional de Universidades. En el año 2014, cuando se hizo la consulta de calidad educativa, me tocó participar en la consulta especializada de la formación docente y, por cosas de la vida, llevé la voz de la Escuela de Educación de la UCAB en lo que entendíamos como formación de educadores en ese momento. Cuando el rector Virtuoso comenzó sus labores, fui parte del grupo de consulta para el Plan estratégico UCAB 20-20, llevado por el vicerrector administrativo, Gustavo García, que en ese momento era el director de Planificación de la universidad. Ahora cuando veo el proyecto, puedo decir que tomaron en cuenta nuestras consideraciones. En este momento soy miembro del Consejo electoral de la escuela, entonces todo lo que implica la elección de profesores, de estudiantes es algo que me compete. También participé en la constitución del Frente Amplio, pero siempre como uno más, como un ciudadano activista, no me gusta figurar con un cargo político». 

¿Considera que la universidad le ha permitido crecer profesionalmente?

«Una de las grandes cosas que tiene esta universidad es que la misma  posibilidad de crecer y desarrollarte como estudiante  es la misma que te ofrece cuando trabajas aquí. Como toda buena organización te pide no distraer tus funciones, pero eso no es una suerte de ancla que te impide crecer. Yo ya tengo casi 20 años aquí y ya me verán, anciano, aquí en la universidad, porque es una institución que se lo merece. Dudo mucho que exista otra en el país que tenga este nivel de afectividad, de crecimiento, y sobre todo, ese nivel de respeto hacia el desarrollo profesional».

 ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción como profesor?

«Cuando ves la cara de los estudiantes y te dicen ‘¡Ah! ya entendí’, algo que gracias a Dios me pasa muy a menudo. Porque sé que realmente se está comprendiendo el mensaje como debe ser. Los cargos, lo honores, las condecoraciones, los premios, las placas, eso se acepta y se celebra porque al final es un reconocimiento a lo que se hace, pero lo otro me llena muchos más,  porque para eso fue para lo que estudié; para educar a la gente. Cada vez que te nombran padrino de promoción es una alegría muy grande también. En mi caso han sido siete veces y con eso me queda la claridad de que no solo me entendieron sino que algo de lo que soy como persona les sirvió. Eso es impagable. Como dicen por ahí:  ‘solo las cosas baratas se pagan con dinero’. Yo prefiero quedarme con estas cosas que son las que te quedan para el resto de la vida».

¿Cuál es su mayor preocupación con sus estudiantes?

«Yo veo que hay estudiantes que no han tenido un recorrido profesional por lo menos de un año trabajando aquí en Venezuela y deciden que el titulo sea la visa, el salvoconducto para irse del país. Eso me entristece mucho porque en estos casi 20 años del régimen yo he tenido mi desarrollo profesional, he crecido, he investigado, he escrito libros, he estudiado. Es decir, poniéndome en los zapatos de cuando me gradué, siempre vi el vaso medio lleno, vi la posibilidad de desarrollarme dentro de Venezuela. Reconozco que estamos pasando la época más terrible del país, pero precisamente cuando las sociedades pasan por crisis es cuando debemos demostrar de lo que estamos hechos. Entonces me pregunto: ¿si fueron éstos mis años de crecimiento, por qué no pueden los jóvenes con 20 años menos que yo realizar sus estudios y sus trabajos en Venezuela?».

¿Cuál es el mensaje para esos alumnos que piensan o quieren irse del país?

«Asuman a Venezuela como un reto, la universidad les da la base suficiente para poder hacerlo. Sean creativos, rétense a reconstruir el país. Probablemente en otro lugar van a ganar dinero, sí, pero la satisfacción de rearmar tu realidad para la generación del presente y del futuro es una película que vamos a ver todos. El cambio no lo podemos hacer en otro lado, lo tenemos que hacer aquí. Si quieres que ese entorno sea como más o menos piensas que debe ser, no te quedes callado sin hacer nada, haz el primer esfuerzo. Como decía Gabriela Mistral: ‘Sé el primero que quite la piedra del camino’. Si quieres ver que el país cambie, cambia tu casa, tu trabajo, tu comunidad y eso te va a demostrar que sí se puede. Venezuela está quedando tan mal, que lo más sencillo que uno aprende en su formación a la vuelta de la esquina se va a convertir en la solución a muchísimos problemas. El reto es llegar a la esquina, dar la vuelta y hacer eso tan elemental que nos enseñaron para empezar a reconstruir el país. Entonces el llamado es no decirles que se queden y se sacrifiquen pero aunque sea lo piensen, que se hagan la imagen mental en donde se vean haciendo lo mínimo todos los días por el país que queremos».

♦ Lesslie Mendoza

*Los docentes ucabistas que quieran formar parte de esta sección o deseen postular a alguien, pueden escribir a los correos electrónicos: [email protected] o [email protected]