“Contando el de hace unos días, ya van tres asesinatos de mujeres en El Nula. Por eso, desde Fundapema quiero agradecer de todo corazón a los que participaron en la caminata contra el feminicidio, hoy en el Día Internacional de la Mujer” dijo, con un acento entre gocho y llanero, uno de los señores que se paró a hablar durante los acostumbrados anuncios parroquiales de la misa del domingo.

Se refirió varias veces a la fundación y todos, excepto nosotros, parecían conocerla. Al culminar la misa lo buscamos. Nos dio un buen apretón de manos y con una sonrisa se presentó: “Mi nombre es Pablo Montilva y soy paciente VIH positivo”.

El VIH es una pandemia silenciosa; muchos la tienen pero pocos lo dicen. “Promiscuo”, “inconsciente”, “descuidado” son algunas de las etiquetas con las que aún tienen que lidiar quienes viven con el virus. Por eso muchos prefieren mantenerlo en secreto. Incluso cuando diagnosticaron a Pablo, por allá en el año 2000, él lo prefirió así. Ahora se ha apropiado tanto de su condición que hasta te lo dice al presentarse. Más nadie en la región hace algo así y es que Pablo es el único seropositivo visible de El Nula, el único que lo dice abiertamente.

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Pero a veces que todo el mundo lo sepa no es una decisión. Pablo tuvo que afrontarlo en su trabajo porque le tocó, quizás sin estar muy preparado, cuando tuvo un accidente laboral. Al estar en su jornada nocturna, en la refinería de Amuay en Punto Fijo, se cortó la mano con un hidrojet. Hubo mucha sangre y consultas médicas. Al primero que lo atendió tuvo que decirle su diagnóstico, y luego al otro, y al otro. Uno de ellos llegó a decir que Pablo tenía SIDA y no VIH en frente de un compañero que había ido con él. De allí se enterarían todos los demás y luego su familia. Por esos días difíciles, Pablo se hizo una promesa.

Después de presentarse fuera de la Iglesia nos invitó cariñosamente a la oficina de la fundación que se prometió crear hace 15 años y que hoy lleva el nombre de Fundapema. Nos explicó que es una organización que busca informar y prevenir acerca del VIH / SIDA.

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La promesa lo acompañaría a cualquier lugar al que fuera y terminó siendo El Nula el pueblito afortunado. Nos cuenta que, al principio, cuando los lugareños se enteraban de que alguien tenía el virus les daba miedo. Creían que no lo podían besar o abrazar y que compartir el mismo espacio era peligroso. También creían que todos los que trabajaban en Fundapema eran seropositivos y casi todos los voluntarios se fueron.

A sus charlas muchos asistían por mera curiosidad; querían ver cómo lucía una persona con VIH. Luego salían sabiendo que al menos la mano se les podía dar. Ahora, los habitantes de El Nula tratan este tema con más naturalidad.

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Al día siguiente, realizamos una jornada médica en el salón parroquial. Pablo estuvo allí para ayudar. Una señora mayor lo saludó con mucho cariño, luego empezó a contarle de sus dolencias. Pude notar que esta escena se repitió con varias señoras. Después pasó un joven que solo entró al salón para saludar a Pablo y hablar un rato con él. Así transcurrió el día para este hombre, disfrutando cada conversación y entregando el mismo cariño que recibía. Nunca estuvo quieto.

Al verlo entendí esa frase que nos había compartido el día anterior: «Para mí la siglas VIH significan Vivir Intensamente Hoy».

Quienes deseen más información sobre el trabajo de Fundapema (Fundación para Orientación y Prevención del VIH/SIDA,Pablo Emidio Montilva Araque) pueden visitar su página web: https://www.fundapema.org.ve/

♦Texto: Melissa Rodríguez. Estudiante del 10mo. semestre de Comunicación Social y participante de PAZando 2020/Foto: Andrea Alas


*PAZando es un programa de inserción social estudiantil, promovido por la Dirección de Identidad y Misión de la UCAB, a través del cual, cada año, los participantes viajan a distintas comunidades rurales del país, con el fin de conocer la realidad que viven sus habitantes, intercambiar experiencias y ofrecer apoyo y atención desde su área de competencia, todo como parte de la misión de la universidad de formar profesionales solidarios y comprometidos con los sectores vulnerables.
Esta crónica forma parte de una serie que busca dejar testimonio de cómo la experiencia de PAZando cambia la vida de los estudiantes que en se involucran en este proyecto.
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