«Educar es cuestión del corazón». Con esta expresión de Don Bosco resume su vocación la docente ucabista que ha entregado casi 30 años de su vida a la formación de niños, adolescentes y nuevos educadores, principalmente en el conocimiento de la historia. «No estamos hablando del amor como sentimiento pasajero, estamos hablando de la voluntad con discernimiento para hacer el mayor bien posible», dice sobre el espíritu que busca sembrar a sus alumnos

Con un amor por la docencia arraigado en una vocación profunda por la historia, la profesora Migdalia Lezama ha entregado 30 años de su vida a los salones de clases, 28 de ellos en la UCAB. 

Graduada Summa Cum Laude en Educación (mención Ciencias Sociales, Geografía e Historia) de la Universidad Católica Andrés Bello en 1988, su pasión por el conocimiento la llevó a cursar la maestría de Historia de las Américas en esta misma casa en el año 1989. En la actualidad  es doctorante en Historia también en la UCAB. 

Confiesa que su afinidad con la historia se debe a que, cuando comenzó a estudiarla, me permitía viajar a lugares incógnitos, a lugares que pertenecían a otro tiempo que estimulaban mi imaginación. Yo podía escudriñar etapas de la historia que no me daba tiempo de desarrollarlas en un período de clase”, asegura.

En 1994 se convirtió en profesora de Historia de la Américas en la Universidad Central de Venezuela (UCV), pero en 1998 abandonó los salones ucevistas para vivir “ese proceso de transformación y la magia que tiene el estudiante de media general”.

Esto la llevó a dar clases durante 25 años en el Colegio San Francisco de Sales, ubicado en el sector caraqueño de Sarría, hasta su jubilación en el 2014, aunque comenta que nunca ha roto relaciones con el plantel educativo, porque esa energía positiva que los alumnos tienen siempre me ha salvado. Los muchachos siempre me han sanado, siempre me han inspirado para poder seguir”.

A la UCAB llegó en 1996, primero como docente de Historia de Colombia en el Postgrado de Historia, luego para dictar las materias Hechos Económicos y Sociales en la Escuela de Economía. Finalmente, empezó a dar clases en la Escuela de Educación, específicamente las cátedras Historia de América I, Historia de América II e Historia Contemporánea de América Latina.

En esta dependencia, además, ejerció, durante 15 años, el rol de coordinadora de la mención Ciencias Sociales, cargo que dejó en 2021. Actualmente continúa impartiendo las asignaturas Práctica Profesional I y II.

Junto con su labor docente, Migdalia Lezama ha conseguido espacios para nutrir a alumnos de comunidades populares y colegas educadores. Así, desde el Centro de Innovación Educativa (CIED) de la UCAB, desarrolla actividades de extensión social en el área docente, dependencia donde se llevan acabo proyectos pedagógicos  como las Olimpiadas de Historia, talleres de iniciación a la robótica y talleres de refuerzo escolar en Carapita y La Vega.

Por si fuera poco, junto con la Escuela de Educación lleva a cabo un servicio comunitario llamado “Didactrón”, donde «los estudiantes pueden desarrollar un aprendizaje autónomo a través de la experiencia» en áreas como ciencias, humanidades y lengua.

«Educar es cuestión del corazón»: El enfoque inspirador de Migdalia Lezama

Comprometida con la formación integral de sus estudiantes, la profesora Migdalia Lezama destaca la importancia de la cercanía y  la empatía, por parte del docente, para lograr una educación de calidad.

Su enfoque, asegura, se distingue por construir la «pasión» y «dulzura» necesarias dentro de las aulas, donde la vinculación con la vida y la esperanza sean elementos centrales. De esta manera, busca no solo transmitir conocimientos, sino generar un proceso de aprendizaje significativo que conecte de manera profunda con cada estudiante.

Cuando le preguntan a uno qué es educar, uno siempre quiere responder desde el punto de vista técnico: el proceso de formación integral para el desarrollo de las personalidades. Pero con el paso del tiempo, uno se da cuenta que educar es cuestión del corazón. El estudiante es vida y si tú te dedicas cual detective, dentro de los límites, a conocer a ese estudiante desde su dimensión plenamente humana, es ahí cuando el arte de educar adquiere la mayor dimensión posible”, afirma la docente.

En su perspectiva de la enseñanza, el intercambio entre maestro y aprendiz es fundamental. Destaca la importancia de construir un proceso formativo «dedicado a un bien mayor», generando competencias y habilidades que permitan a los estudiantes «enfrentar los desafíos de la existencia».

«Más que dejar en los estudiantes un espíritu, deseo que el proceso formativo sea dedicado al mejor bien posible. Que tenga significado para su vida, que genere competencias en el sentido de habilidades, que permita enfrentar los rigores de la existencia. Se trata de ir construyendo con el estudiante, desde lo significativo, desde el discernimiento, y ante todo, aunque se le cursi, desde el amor «, añade.

Inspirándose en el pensamiento de Don Bosco y San Ignacio de Loyola, también subraya la necesidad de ver al alumno desde su dimensión plenamente humana, algo que pone en el corazón de su filosofía educativa.

«La dulzura dentro del mundo educativo es importantísima. Y eso se une a lo que dice nuestro gran padre San Ignacio de Loyola: ‘En todo amar y servir.  Cuando decimos que la educación es cuestión del corazón, no estamos hablando del amor cursi, que algunos creen. No estamos hablando del amor como sentimiento pasajero, estamos hablando de la voluntad con discernimiento para hacer el mayor bien posible». reflexiona.

 

Sembrando semillas de historia

Como experta en ciencias sociales, Migdalia Lezama formó parte del equipo investigador del estudio SECEL 2023, realizado por la Escuela de Educación UCAB, que midió el aprendizaje real de alumnos de bachillerato en materias fundamentales del currículo escolar.

Teniendo en cuenta los resultados de dicho estudio, según los cuales sólo 28.5% de los estudiantes son capaces de responder correctamente preguntas relacionadas con historia, geografía y ciudadanía, la profesora comenta que es indispensable el involucramiento de la sociedad entera en acciones que mejoren estos indicadores.

«Es absolutamente necesario que el Estado participe. Yo espero que ese esfuerzo de unificación de intereses entre la UCAB y el Misterio de Educación la honesta preocupación por la calidad educativa, logre que todos los actores se involucren: la sociedad, la empresa privada, el mundo educativo en todos sus niveles y, por supuesto, el Estado, que es el que hace las políticas públicas», puntualiza.

En este sentido, Lezama rescata la existencia de proyectos y personas que buscan hacer frente a los problemas en materia de aprendizaje. Menciona una iniciativa en la que está involucrada desde 2012 y de la que se siente «enamorada»: las Olimpiadas de Historia. El programa de extensión -ejecutado con el Centro de Innovación Educativa (CIED) de la UCAB- está dirigido a promover, en niños y adolescentes de educación básica, «la comprensión de la Historia de Venezuela, como conocimiento vital para entender y valorar nuestro quehacer colectivo y asumir las responsabilidades ciudadanas en el fortalecimiento de la República», a través de talleres y competencias. 

A la fecha, el proyecto ha llegado a 26 colegios públicos subsidiados, ubicados en las parroquias Antímano, La Vega y Chacao de Caracas, y en él han participado más de 800 estudiantes,  con notas que superan los 16 puntos. Hasta ahora han sido premiados unos 250 muchachos.

Adicionalmente, las olimpiadas han servido para preparar a decenas de jóvenes como facilitadores de esta disciplina, a quienes llama “multiplicadores del éxito”.

“Son personas que han salido muy bien en las olimpiadas, maestros que han ganado consecutivamente una y otra vez la olimpiada; entonces, esas personas que viven el mismo contexto simplemente se convierten en formadores de otros maestros y así multiplicamos esfuerzos”, afirma.

La profesora celebra el involucramiento de patrocinantes en este esfuerzo. Agradece que las Olimpiadas de Historia se mantienen en pie con el apoyo de la Fundación Bancaribe para la Ciencia y la Cultura, Fundación Empresas Polar, la Academia Nacional de Historia y la Fundación San José.

El pensamiento conservador venezolano y la construcción de tejido social

Como investigadora de la historia, la profesora Lezama coincide con el historiador Elías Pino Iturrieta en el hecho de que muchos de los problemas sociales que se viven actualmente en Venezuela tienen sus inicios en el siglo XIX. “Lamentablemente hemos creado la infraestructura legal, pero hemos sido débiles en la institucionalidad y más aún en la formación ciudadana”, añade.

Es por eso que se ha enfocado en el estudio del pensamiento y los procesos de esa centuria, lo que la ha llevado a escribir más de 10 artículos académicos sobre el tema. 

A pesar de que la historiografía venezolana refuerza la idea de que los principales líderes venezolanos después del siglo XIX han sido liberales y de principios igualitarios (para construir un país donde no hubiera racismo ni prejuicios) dice haber encontrado que en la sociedad venezolana el pensamiento conservador tiene raíces profundas y ha generado prejuicios aún no superados.

 “Sí existen prejuicios, que perduraron luego de la Independencia y que todavía permanecen en el tiempo, y son esos prejuicios los que han dinamitado o roto los canales de comunicación para que Venezuela se entienda y poder crear el tejido social que tanto se necesita, advierte.

Por eso, cree necesario profundizar en el conocimiento de ese pensamiento para lograr las transformaciones necesarias que hagan al país más inclusivo, algo que tratar de enseñar a los alumnos.   

El mundo educativo va más allá de dar clases

La profesora Lezama está consciente de que la profesión de la docencia no vive su mejor momento y que la Escuela de Educación de la UCAB ha vivido los desajustes y las caídas que el país ha experimentado en los recientes años de crisis. Al respecto, puntualiza: 

“La universidad no se puede escapar de la realidad que nos golpea. Sufre los embates que someten al país. Y ser educador es un reto, muy duro, muy satisfactorio, pero muy duro en el sentido de que, lamentablemente, no se le reconoce la dignidad de su trabajo al recibir un salario que no responde a las condiciones básicas para su subsistencia y la de su núcleo familiar. No se reconoce que es un profesional, que no solamente entrega el conocimiento, sino la propia vida en el trabajo que lleva a cabo. No es lo correcto, pero casi todos los maestros te van a decir que se llevan el trabajo a la casa y que toma tiempo de su hogar para poder seguir formando al estudiante”.

Insiste en pedir a la sociedad venezolana que se integre en la lucha de los educadores. Recuerda que el mejoramiento de sus condiciones redundará en la preparación de las nuevas generaciones de venezolanos.

“Cada maestro se convierte en apóstol y tiene una especie de corazón entregado al sistema educativo y a los niños, por lo que cada individuo debe luchar para que el docente de sus hijos, de sus primos, de sus hermanos, tenga un salario justo, porque aquí no va a haber una nueva sociedad, ni una regeneración social, si no se comienza con los niños pequeños, que estos niños logren educarse y así formar el tejido social que tanto se necesita. Y es por eso que debemos cuidar que la persona que educa a nuestros hijos esté bien preparada, y para que esté bien preparada es indiscutible que necesita un sueldo que le permita vivir dignamente y que tenga también el espacio, el tiempo necesario para la investigación y  la actualización a través de nuevos cursos, diplomados y estudios”, puntualiza.

A los alumnos de la carrera les pide no desmayar ni abandonar su objetivo. Les recuerda que la educación abre un mundo de posibilidades, dentro y fuera del aula. 

«El mundo educativo va más allá de dar clases. El mundo educativo está en recursos humanos, está en las ONG, está en otros entes de carácter financiero. Usen las facultades y competencias que la universidad les da para diversificar su trabajo. El hecho de que nosotros busquemos alternativas para obtener recursos dignos de subsistencia no significa que debemos dejar de luchar”, finaliza.

♦Texto: Mariana Pérez Guerra/Fotos: Fabián Giampaoletti 


*Los docentes de la UCAB que quieran formar parte de esta sección -o los alumnos o profesores que deseen postular a uno de ellos- pueden escribir a los correos electrónicos: [email protected] o [email protected]

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