El miércoles 24 de octubre se dio inicio a la primera de tres mesas de reflexión y análisis en el marco de la quinta edición del conversatorio “Visión de la Amazonía desde la UCAB Guayana”, cuyo objetivo es visibilizar la situación problemática de los pueblos indígenas y generar compromiso con los mismos, no solo en la comunidad universitaria sino en la región.

El conversatorio contó con las ponencias del sacerdote jesuita Javier Contreras, licenciado en Ciencias Políticas, y Markís Martínez, licenciada en Trabajo Social y actual coordinadora regional de educación indígena en Fe y Alegría.

La apertura estuvo a cargo de Contreras, quien habló acerca de las dimensiones de la palabra “frontera”, pues aseguró que la misma no solo evoca un límite geográfico, sino que también debe ser entendida como un conjunto de realidades con expresiones y acervos culturales inherentes a las comunidades que ahí se forman, muchas veces determinadas por las actividades comerciales y la sensación de abandono.

En el estado Bolívar, la dinámica minera no solo hace vida en Santa Elena de Uairén sino que ha trascendido hacia Ciudad Guayana.

“Se están abandonando empleos y cerrando negocios”, afirmó Contreras, lo cual evidencia que la realidad fronteriza, marcada por el patrón del oro y el contrabando de gasolina, no se queda en la línea limítrofe sino que se extiende hacia el interior del país.

“Los patrones fronterizos están en un zigzag entre lo legal y lo ilegal: muchas veces por la falta de claridad jurídica (…) lo que hoy es legal y además es patrocinado por un ente del Estado, mañana es ilegal”, manifestó Contreras.

“La expansión de lo que puede llamarse ‘efecto frontera’ no debe ser vista de forma exclusivamente negativa”, destacó el sacerdote. Además, enfatizó que es una oportunidad para la “apertura y el enriquecimiento de la diversidad cultural”, así como una posibilidad para establecer trabajo y emprendimientos  guiados hacia el diálogo que visibilicen la situación fronteriza.

La lengua como frontera

La formación intercultural bilingüe es uno de los retos más importantes que asume Markís Martínez, actual coordinadora regional de educación indígena de Fe y Alegría, quien durante el conversatorio describió parte de su experiencia con el pueblo pemón y otras comunidades en la región fronteriza del estado Bolívar, las cuales  han optado por adoptar el castellano “para evitar ser engañados”.

“La frontera en sí misma se mueve y nuestros pueblos indígenas internamente han tenido sus movimientos que suman una complejidad en el tema de la conservación de su lengua”, afirmó Martínez, quien también destacó que el extractivismo en el Arco Minero origina la necesidad de hablar castellano en las comunidades para “lograr sobrevivir”.

En el conversatorio, presentes y ponentes coincidieron en que la educación dentro de los pueblos indígenas tiene sus particularidades y diferencias, pues su enseñanza está orientada a la supervivencia de las propias comunidades, lo cual acentúa la necesidad de apoyar la formación desde el respeto hacia su cultura y, al mismo tiempo, visibilizar sus potencialidades y carencias.

Los indígenas forman parte de la riqueza amazónica y el apoyo hacia esos pueblos es fundamental, pues, como enfatizó Javier Contreras, “la Amazonía no es solo una caja fuerte que guarda patrimonio, es en sí misma un patrimonio”.

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♦Texto: Elianna Laurens /Fotos: Oscariny Hennig