A propósito del Premio Sophie Scholl al compromiso cívico que le otorgó la Embajada de Alemania, la coordinadora del Centro de Derechos Humanos de UCAB Guayana resaltó la importancia de las investigaciones adelantadas sobre la esclavitud moderna en el estado Bolívar y reafirmó el rol de la Universidad para denunciar los problemas sociales

Para Eumelis Moya, coordinadora del Centro de Derechos Humanos (CDH) de UCAB Guayana, un contexto «deprimido y con condiciones deplorables a nivel laboral», como el de Venezuela, es el caldo de cultivo perfecto para reproducir violaciones de derechos humanos, entre ellas la esclavitud moderna o el trabajo obligado en condiciones infrahumanas. 

La abogada y profesora domina este tema con tal destreza que lleva tres años a la cabeza de una línea de investigación del CDH-UCAB, dedicada a caracterizar este fenómeno, específicamente en el Arco Minero del estado Bolívar.

Los frutos han empezado a ser cosechados: recientemente fue galardonada con el premio Sophie Scholl al compromiso cívico en su edición de 2021, galardón otorgado por la Embajada de Alemania en Venezuela a personas comprometidas con el civismo, la democracia y los derechos humanos.

«Eumelis Moya ha mostrado un compromiso inquebrantable con temas tan duros y urgentes en muchas de nuestras sociedades, especialmente en Venezuela», dijo el embajador de Alemania, Daniel Kriener, al anunciar el veredicto del premio, concedido el pasado 4 de noviembre. «Ella pone en el foco y llama por su nombre a problemas como la esclavitud moderna… y todo eso con enfoque de género en la región del estado Bolívar», agregó.

Moya ha formado parte, desde el CDH, de los proyectos de investigación que dieron origen a cuatro informes, publicados entre 2020 y lo que va de 2021, sobre la realidad de los derechos humanos al sur del país:

Evidenciar lo que ocurre para evitar la normalización de hechos que no son normales es, precisamente, una de las razones que mueven a esta ucabista. Advierte que, aunque hay un número significativo de personas que se encuentran en esta situación de vulnerabilidad, muchas de ellas lo ven como algo natural. 

«El principal problema de la explotación (humana) es la naturalización de esa situación de explotación. Con ese tema de la resiliencia del venezolano, de que ‘nosotros resolvemos, yo me adapto, es un tema de supervivencia’, ahora todo el mundo quiere justificar todo. Pero, en el fondo, cuando haces un análisis de la situación laboral y social con un enfoque jurídico, estamos en temas de esclavitud moderna».

La docente, quien también integra el Observatorio de Violencia del estado Bolívar, indicó que -en el caso del estado Bolívar- este fenómeno afecta especialmente a niñas, adolescentes y mujeres, quienes sufren las consecuencias no solo de la explotación laboral sino también de la sexual: «Hay explotación sexual y matrimonio temprano. Con los hombres también se da, pero en un menor porcentaje, pero ellos también son víctimas de formas asociadas a la explotación laboral».

Aspira que su trabajo académico y reconocimientos como el Premio Sophie Scholl sirvan de luz para visibilizar situaciones personales y colectivas en materia de libertades.

«Conociendo al colectivo, creo que este premio puede servir de algo a ellos también, porque la gente es muy inteligente. A nivel personal, esto también es un incentivo absoluto en su dimensión máxima, que siembra en uno la certeza de que lo que se hace, sí es meritorio. Y, claro, siempre lo he dicho, cuantas veces pueda uno incidir en una persona y que esta logre comprender, dimensionar y multiplicar de esa información, en ese momento habrá empezado el cambio», enfatizó.

 

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Como investigadora -y junto al equipo que la acompaña en UCAB Guayana- Eumelis Moya espera profundizar en las situaciones irregulares de trabajo y condiciones de vida en otros estados del país (las cuales considera como «necesarias labores de investigación en el campo, en el contexto»), además de levantar un quinto informe que refleje la realidad de la esclavitud moderna en pueblos y comunidades indígenas.

«Este es un tema que implica mucho cuidado y respeto, porque la forma en que ellos asumen algunos temas no es igual a cómo los asumimos nosotros. Implica cruzar un puente cultural, ganarse su confianza… Es una meta laboriosa, a la cual entraremos próximamente».

Un tributo inesperado 

Sobre el galardón que le concedió la embajada alemana, Moya confiesa haberse sentido confundida en un primer momento: «Siéndote muy honesta, no sabía muy bien lo que estaba pasando. Me sorprendí». En su discurso de aceptación, agradeció a la universidad por «generar espacios para materializar mis inquietudes».

«La UCAB le imprime a uno, como egresado, un perfil de vocación social que no tienen otros, algo que cuando tú sales a la calle, trabajas y socializas, la gente lo identifica, lo percibe. Por cosas así, el reconocimiento es una doble recompensa, porque te están reconociendo por algo que más que un trabajo, es una vocación».

Celebró el trabajo que adelanta el Centro de Derechos Humanos de la UCAB -en ambas sedes- porque sus integrantes «se mantienen en pie de lucha ante las irregularidades, realizando investigaciones con el nivel de objetividad, de profundidad y las dimensiones con que se están haciendo actualmente».

Recordó que el CDH y sus miembros tienen más de 20 años dedicados al trabajo en áreas vinculadas con los sistemas de protección internacional, justicia y democracia, migración, educación en derechos humanos y libertad de expresión.

«Que se mantenga esto en un contexto donde la labor de los defensores de derechos humanos ha sido cuestionada, descalificada, y que hayan personas que se mantengan en pie de lucha con la rigurosidad con que se lleva en la Católica, creo que es lo más importante, es la disposición a continuar», concluyó.

♦ Texto: Daniel De Alba Suárez/Fotos: Manuel Sardá