La Universidad Católica Andrés Bello, principal institución privada de educación superior de Venezuela, está lista para iniciar el segundo período académico bajo las circunstancias impuestas por el estado de emergencia que rige, a nivel nacional, desde el 13 de marzo pasado.

Actualmente, las autoridades de la UCAB están finiquitando el trámite de titulación para los que egresaron en el período previo a la declaratoria del confinamiento sanitario y que no pudieron cumplir con sus actos de grado. Del último período, el primero en la modalidad de “presencialidad remota”, unos 800 bachilleres culminaron sus carreras y recibirán sus títulos en noviembre.

El rector de la institución, reverendo padre Francisco José Virtuoso s.j., confiesa que las autoridades, ante la contingencia que no les dio margen de maniobra, debieron “poner todo patas arriba, voltear todos los sistemas y repensar absolutamente todo” y eso involucró un gran reto para los 1.200 profesores –450 dedicados a tiempo completo– que tuvieron que adaptar la docencia a esquemas poco conocidos. Pero, al cabo de los siete meses transcurridos, el padre Virtuoso puede afirmar que, “según la evaluación que hemos hecho, no solo no se perdió un semestre sino que se desarrolló un período con altos niveles de calidad y en el que aprendió muchísimo”.

“Estamos altamente orgullosos de los resultados obtenidos. Sabiendo que este semestre que se inicia este mes de octubre va a seguir siendo bajo la modalidad a distancia nos obliga a volver sobre lo hecho para mejorarlo. Este nuevo semestre lo enfrentamos con capacidades más desarrolladas, con plataformas en mejores condiciones, con instrumentos de seguimiento, de acompañamiento, con motivación a los docentes y estudiantes mejor preparados. No me cabe la menor duda de que si el semestre pasado fue exitoso, este será más exitoso todavía”.

Tan exitoso fue el resultado del experimento que para el lapso que se inicia este 13 de octubre, dice que hay un número de inscritos que superó las expectativas.

“Tenemos 1.500 estudiantes nuevos, sumando las sedes de Caracas y Guayana. Unidos a los más de 8000 que ya teníamos, nos coloca en unos 9.500 estudiantes de pregrado en ambas sedes; más otros 500 de postgrado, llegamos a alrededor de 10.000 estudiantes en la UCAB. Estamos todavía en los ajustes de la inscripción, pero si no subió la inscripción al nivel que teníamos antes de la pandemia, se mantuvo igual”.

 

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Como hombre de fe y miembro de una institución –la Compañía de Jesús– que tiene casi 500 años de historia, ¿qué reflexión ha hecho sobre lo que significa la pandemia de la COVID-19 para un mundo altamente tecnificado que creyó tenerlo todo dominado?

“Lo que va quedando claro es que la pandemia golpeó la soberbia que muchas veces nos juega malas pasadas y que en estos tiempos estaba especialmente encumbrada. Con el avance tecnológico de la cuarta revolución industrial, el mundo se ha globalizado de manera impresionante. Antes de la pandemia, ya el mundo atravesaba por desajustes económicos y crisis, pero siempre las hemos visto pasajeras, coyunturales. Nos acostumbramos a ver el mundo evolucionando hacia el progreso y nos sentíamos muy sobrados. Esta pandemia nos vino a decir que somos más débiles de lo que creemos; somos un mundo todavía muy inseguro, donde hemos olvidado las cosas fundamentales, como invertir en la salud y en dar garantías de seguridad a los más vulnerables. Seguimos siendo un mundo muy desigual, como dice el papa Francisco en su última carta. Es verdad que los estados han tenido diversas actuaciones frente a la pandemia, pero no hemos actuado juntos, como humanidad. Los países más desarrollados han logrado enfrentar su situación y los países más débiles se han visto más rezagados. Este proceso tendrá consecuencias muy duras. En Venezuela llevamos siete meses de reclusión cuando ya teníamos una economía paralizada y esto ha impactado mucho más. Los economistas hablan de que se han reducido 80 % los niveles de producción que son los más bajos de América Latina. Los retos que tenemos son muy grandes y vamos a requerir mucho empeño, mucho talento, mucha capacidad de resiliencia de parte de todos”.

Ya la UCAB venía haciendo adaptaciones en sus planes por la recesión económica, pero la pandemia llegó como una condición imprevista. ¿Cómo impactaron las exigencias de la COVID-19 en las prospecciones de la universidad?

“La principal consecuencia negativa para la UCAB ha sido desacelerar el proceso de desarrollo de nuestro nuevo plan estratégico. Nosotros veníamos con un plan que pretendía responder a las exigencias del momento económico y del mejoramiento tecnológico, para garantizar una infraestructura lo más adecuada posible a nuestras actividades. Estábamos en la culminación de nuestro plan estratégico de cara a los grandes desafíos que el futuro, nacional y mundial, está exigiendo a la educación, pero tuvimos que centrarnos en desarrollar el semestre que pasó (abril-agosto) de la mejor manera. Eso nos sacó de nuestro objetivo estratégico fundamental que tiene que ver con el desarrollo de la internacionalización, de la virtualidad, con la capacidad de aumentar nuestra conexión con el mundo empresarial, con el tercer sector en general, con las instituciones internacionales de enseñanza y aprendizaje, con otras universidades para la diversificación del proceso educativo. Todo tuvimos que ponerlo a un lado para responder a la emergencia, y luego, ver cómo esta situación no nos desoriente de lo que buscamos. Hubiera sido un grave error que nos centráramos tanto en el presente, en la emergencia, que perdiéramos de vista totalmente las perspectivas de futuro. Respondimos a la emergencia sin crear condiciones que luego nos impidan cumplir con los planes”.

El viernes 13 de marzo, la comunidad ucabista se marchó para volver a las actividades el lunes 16, pero ese fin de semana se decretó el estado de alarma y el confinamiento obligatorio. Pasados siete meses desde entonces, ¿qué balance hace de lo que las autoridades de la UCAB tuvieron que resolver sin previo aviso?

“El asombro fue para todos y esta circunstancia nos midió como universidad. Tuvimos que responder urgentemente a la emergencia, abruptamente. Al final de este semestre podemos decir que el balance ha sido muy, muy positivo. Hemos podido cumplir con las exigencias de los procesos de enseñanza y aprendizaje, tanto en pregrado como en postgrado, en todos los niveles. Abrimos la gran mayoría de nuestras materias y no perdimos clases. Desarrollamos procesos de control, de seguimiento, de capacitación, de ajuste de nuestras plataformas tecnológicas. Hubo que ajustar los asuntos de conectividad que tan gravemente afectan al país, ayudando a nuestros profesores con las capacidades para ello. Gracias a Dios, la UCAB había avanzado bastante en el mejoramiento de sus condiciones de conectividad y de su plataforma tecnológica, lo que nos permitió que funcionaran todos nuestros espacios virtuales. La verdad es que nos sentimos muy satisfechos del trabajo logrado. Tenemos evaluaciones de los profesores, de los estudiantes, y datos correlacionados de esas evaluaciones, por ejemplo, de las que hacen los estudiantes regularmente al final del semestre sobre sus profesores y las comparamos con la valoración que esos mismos estudiantes hicieron antes, y los resultados son muy positivos. Los profesores terminaron el semestre exhaustos por todo el esfuerzo que esto supuso, pero muy contentos con el aprendizaje obtenido. Al final, creo que la principal fortaleza para este semestre que viene (octubre-febrero) es que venimos de una experiencia muy meditada, trabajada, sistematizada”.

En las redes sociales los estudiantes de universidades autónomas, como la UCV o la ULA, piden a sus autoridades que hagan lo necesario para que ellos también reciban clases virtuales. ¿Puede la UCAB compartir con otras instituciones su experiencia, lo aprendido en este último semestre?

“Nosotros estamos totalmente dispuestos a compartir toda nuestra experiencia y conocimiento sobre las mejoras que hemos ido introduciendo en el proceso de aprendizaje en el último semestre. Hemos sistematizado un conjunto de experiencias que estamos poniendo en forma de cursos virtuales, totalmente gratuitos, al servicio de la comunidad, sobre lo aprendido en materia de evaluación, de organización del plan de clases, seguimiento y acompañamiento a los estudiantes, en todos estos esfuerzos didácticos para la enseñanza de las matemáticas, la física y la química. En nuestra web hemos publicado el relato pormenorizado de lo que hicimos entre abril y agosto para desarrollar nuestra modalidad de educación en línea. Una de nuestras grandes fortalezas es contar, no solo con el agrado y el balance general que uno puede hacer a nivel más subjetivo de la experiencia, sino con un análisis que permite desarrollar mejoras para que esa experiencia sea todavía mejor este próximo semestre que el anterior”.

 

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Las cifras de inscritos para el semestre octubre-febrero parecen indicar que los alumnos no resienten una pérdida de la calidad de la enseñanza, como apuntaban algunos escépticos al principio del período.

“Yo creo que la gente ha podido experimentar que la calidad de nuestros estudios se ha mantenido, y en muchos casos se ha fortalecido. Esta situación exige más de los estudiantes y exige más de los profesores. La modalidad presencial tiene la gran ventaja de que se les ve la cara a los estudiantes, sus reacciones, y eso permite al momento hacer los ajustes, pero la vía virtual requiere un esfuerzo muy grande del profesor para sistematizar y motivar a distancia.  Eso es mucho más trabajo. También para el estudiante, que requiere más horas de dedicación a la investigación y al trabajo propio. Eso revierte en la calidad, por eso la respuesta ha sido muy positiva, estamos muy satisfechos con el número de inscripciones, en pregrado y postgrado, y los nuevos inscritos rebasaron  nuestras expectativas”-

Entonces, podría decirse que la incomprensión que algunos expresaron en las redes sociales sobre los ajustes que la UCAB ha debido hacer en su matrícula no está muy extendida. Incluso, hubo quien escribió en RR.SS. que “la UCAB no produce conocimiento” y no debería cobrar “tanto”.

“Me asombran ese tipo de señalamientos. Basta revisar nuestro posicionamiento en los rankings latinoamericanos para ver que somos la universidad de gestión privada con mayor puntaje en Venezuela y nuestro posicionamiento en América Latina está dentro de las 100 mejores. Hay que ver lo que ha significado esta universidad en el aporte del conocimiento social. En la UCAB producimos la mayor fuente de medición de las condiciones sociales y económicas del país a través de la ENCOVI; que se suma a un esfuerzo muy importante del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES); contamos con un Centro de Estudios Políticos (CEPyG) que realmente ha sido muy importante; o  con el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), o el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), que producen todos importante material. También pueden ver la producción de abediciones, nos hemos convertido en la principal editorial del país. En nuestra página web pueden ver lo que producimos en distintos campos a través de talleres, seminarios, conferencias, etc. La UCAB este semestre no solo se dedicó a dar clases, sino que continuó funcionando nuestra área de investigación y nuestra área docente, y de extensión académica y de extensión social. Esta es una universidad que desarrolló una cantidad de cursos de mejoramiento y capacitación profesional, seminarios, charlas, etc., todo por la vía virtual de manera impresionante, a nivel de escuelas, facultades y centros de investigación. Además, nuestra presencia en las comunidades ha seguido a través del desarrollo de varios proyectos. La UCAB sigue trabajando full time en cada una de sus dimensiones”.

 

¿Cómo manejan la relación financiera entre lo que se necesita para mantener la operatividad de la institución y la posibilidad de mantener el acceso a la educación, que el Estado venezolano ya no garantiza?

“Lo primero que debe lograr el monto de la matrícula es generar los ingresos suficientes para cubrir las necesidades de sostenibilidad de nuestro personal. La universidad produce conocimiento y eso lo hacen los docentes y los investigadores. Para que un estudiante cuente con docencia de calidad durante un semestre tiene que haber un equipo de trabajo metido en eso. La universidad tiene 1.200 profesores, unos 450 dedicados a tiempo completo en distintas áreas, y en un contexto de hiperinflación, que crece a diario, la UCAB debe responder a eso. El vicerrector administrativo, Gustavo García, está desarrollando una tesis en un trabajo académico que trata de demostrar cómo no cobrar lo necesario por la matrícula supone mermar las condiciones de vida de los docentes. El 80 y tanto por ciento del componente presupuestario de la UCAB va dirigido a cubrir sueldos y salarios, el resto va al mantenimiento de la infraestructura y equipos. De modo que tenemos que decirle a los estudiantes: si quieren tener estos profesores hay que pagarles un sueldo que les permita enfrentar medianamente la inflación. Por eso, la UCAB ha tratado de hacer una juego intermedio: darle a docentes y empleados un incremento mensual y a los estudiantes que no puedan pagar ofrecerles políticas de cooperación económica. ¡A mí me impacta cómo se olvida eso! Nosotros estamos cubriendo aproximadamente al 53 % de nuestros estudiantes a través de alguna forma de cooperación, que supone para la UCAB un esfuerzo importante porque no tenemos esos recursos. Más de la mitad de los estudiantes no paga completa esa matrícula que dicen que está muy cara y el apoyo que reciben nunca es menor al 20 %, la beca promedio está alrededor del 60 % del costo total de la matrícula. Ese es un monto muy alto para una institución privada que vive de los ingresos de la matrícula. La UCAB trata de cubrir ese hueco de los subsidios con una política amplia de donaciones y convenios, proyectos especiales y algunos ahorros propios mediante otros proyectos”.

¿En esa política de donaciones qué papel juegan los egresados ucabistas?

“La cooperación de los egresados ha sido muy importante, pero puede ser mucho más importante. Nos ocurre lo que a todas las universidades en Venezuela, que no hemos logrado generar la tradición que sí hay en las universidades de EEUU, donde los egresados siguen en una relación estrecha que se refleja en aportes y ayudas. Nuestros egresados salen, quedan muy agradecidos, con un gran recuerdo de la UCAB en cualquier parte del mundo donde estén, sin embargo, ese compromiso de ayudar a la gente lamentablemente es débil. Nosotros tenemos unos 80.000 egresados de la UCAB desde los inicios, por supuesto, no todos están vivos, y en esa línea estamos queriendo desarrollar planes dirigidos a incentivar su participación, sobre todo en esta tarea de ayudar a otros a que puedan desarrollar su capacitación profesional en la UCAB”.

 

 

¿Qué puede decir de la Extensión Social? Está por culminarse el convenio con ACNUR y en la contingencia las actividades con las comunidades continuaron.

“Esa es una tarea de larga tradición en la UCAB. Somos la universidad que tiene más desarrollada esa dimensión en Venezuela y nos sentimos muy satisfechos. Uno de los grandes inventos de la UCAB es el Parque Social. Allí el estudiante entrena sus conocimientos al servicio del otro, del más necesitado. Los jóvenes y docentes del área de Educación han desarrollado iniciativas destinadas a acompañar a niños en las escuelas, al fortalecimiento docente en las escuelas de la comunidad en física, química y matemáticas, al desarrollo de juegos didácticos, de experiencias pedagógicas en el ámbito educativo. Se ha brindado atención psicológica y legal con los estudiantes de pre y postgrado que aplican sus conocimientos de la Escuela de Psicología y de Derecho, al servicio de la gente; y tenemos el Centro de Salud Santa Inés muy consolidado. Además, tenemos un conjunto de proyectos que involucran a otras escuelas y disciplinas, en el mejoramiento del hábitat en las comunidades con las escuelas de la Facultad de Ingeniería. La UCAB tiene en el Parque Social un canal para ejercitar su vida universitaria, su conocimiento profesional al servicio de los demás en La Vega, Antímano, Carapita, Caricuao y otros barrios de Caracas. Además, tenemos formas directas de participación de los estudiantes con el Voluntariado y el servicio comunitario. En la UCAB nos tomamos muy en serio esa materia que es una exigencia para graduarse y aproximadamente unos 1000 estudiantes todos los años desarrollan su servicio comunitario siguiendo las pautas de la ley y el espíritu de la universidad en cada una de las comunidades. Todos los estudiantes de la UCAB, bien sea porque obligatoriamente pasa por la exigencia de la Ley del Servicio Comunitario, o en las Cátedras de Liderazgo, Identidad y Misión, que son las dos primeras obligatorias al inicio de la carrera; todo estudiante de la UCAB tiene algún contacto de tipo orgánico, sistemático, permanente con las comunidades más vulnerables de la zona de Caracas y de Guayana”.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Manuel Sardá